SANCHO-BEGOÑISMO.

Mientras continuaba y seguía el sufrimiento de los pueblos azotados por la inundación de la última DANA, el régimen del Gran Felón, en Sevilla, y en una tenida increíble de autobombo, protagonizando un ejercicio común del cinismo habitual del régimen que padecemos, se felicitaba y alababa por los logros en el ejercicio de un poder invasivo, que ha inutilizado los contrapoderes que hacen creíble cualquier democracia, ignorando los casos de corrupción que le cercan.

Ni un mal recuerdo al martirio y suplicio ocasionados a miles de ciudadanos por una desatención dolosa y calculada. 

Sin embargo y, ante la sorpresa y perplejidad de todos, este mandato social-comunista ha mutado mientras se producía la exaltación del Gran Felón y de Begoña Gómez, en la proclamación de un nuevo régimen, el del Sancho- Begoñismo; algo burdo, paleto y zafio.

Los loores, alabanzas y panegíricos diversos que se desparramaron en abundancia hacia el gran conducator y su consorte fueron innumerables, pero la cosa no quedó sólo ahí, llegándose a la desfachatez de mostrar como ejemplo a seguir los procesados y amnistiados por los ERES de Andalucía, Chaves, Griñán y Magdalena Álvarez expulsada de la UE por corrupción. 

Una exposición de lo que es el envilecimiento socialista: pasado, presente y lo que será en un futuro, si tribunales y jueces no ponen coto y fin a estos desmanes. 

Vimos, ya sin asombro, a este Gobierno infausto en una de sus puestas en escena más chabacanas y groseras. La constatación plena de un cesarismo chulesco y embarrado pendiente únicamente de los asuntos delictivos que le copan, de sus chollos, privilegios y demás regalías, mientras en España siguen sin emplearse medios – los hay competentes en número y preparación - suficientes para acortar en todo lo posible los efectos de esta última gran catástrofe.

Un Gobierno aciago que se vanagloria y encampana en sus desmanes y presume de inmunidad penal, mientras tiene la habilidad suficiente para transferir todos sus probables delitos, fechorías y excesos, al resto de formaciones políticas que forman la oposición. 

También, cómo no, se teatralizó el momento lacrimógeno de un victimismo falso que busca, sobre todo, tocar la fibra sensible de su electorado; un electorado menso, cretino y fanatizado que votarían a cualquiera que fuese su secretario general.  

Nunca, jamás, ni en los peores días de la Junta de Andalucía gobernada por los socialistas, el descaro, el regodeo y complacencia ante el delito se había mostrado tan alborozado, con tanta insolencia, con tanta procacidad y con tanto desprecio y humillación hacia la ciudadanía.

Estamos demasiado acostumbrados a ver en los políticos en general, pero en la izquierda muy en particular, demasiados actos de hipocresía y cinismo que, junto a los que observamos diariamente en diferentes noticias, han ido calando negativamente en la opinión de la ciudadanía provocando hartazgo, desesperación y un desapego hacia esta clase que cada vez es más evidente. 

Estos sentimientos no solamente se aprecian aquí, cada día vemos que ocurre lo mismo en toda Europa. Es la rebeldía ante una situación que no deseamos y que además nos imponen las políticas dementes, empobrecedoras y ruinosas de la Agenda 2030.

Gobernar para todos los españoles, desde el primer momento de esta legislatura, ha pasado a ser un asunto absolutamente secundario para estos malvados. 

España, ahora mismo asemeja un vehículo que va cuesta abajo, mientras los responsables de mantener la velocidad adecuada y el resto de factores que garantizarían un viaje seguro, miran para otro lado. 

Vemos que, como norma general, muchos políticos viven aislados de las preocupaciones del día a día de la ciudadanía, llegándose a percibir cierta displicencia y arrogancia despectiva hacia sus votantes. Instalados absurdamente en una especie de aristocracia, pero no por ser los mejor preparados y cualificados, sino por todos los derechos, prebendas y momios que se asignan y disfrutan al margen del resto de españoles. 

Los ejemplos son cada día más llamativos, sangrantes e injustos. Estamos hartos de ver que, pelagatos y personajillos sin preparación alguna, ocupan las primeras filas de muchos partidos. No digamos en la izquierda. Los ejemplos llenarían muchas páginas y creo que están en la mente de todos.

Seguramente han sabido trepar maquinando e intrigando, o quién sabe cómo, y cambiar de caballo en los momentos precisos de la carrera. 

Al margen de la gravedad de todo esto, lo cierto es que siguen huyendo empresas; batimos el récord de parados en la UE, por mucha propaganda que veamos en las pantallas de las tvs; la inversión extranjera cae escandalosamente; se ocupan viviendas con escarnio y mofa a quienes se han dejado vida y ahorros en ellas; se frena la economía y todo va manga por hombro en una crisis social e institucional como jamás vieron siglos. 

El Sancho-Begoñismo cuenta, a fin de poner sordina a sus desastres, con lo que podríamos denominar, “División Acorazada de Desinformación”, dispuesta, pase lo que pase, a servir descaradamente a quien le ha otorgado empleo, sueldo, canonjías y privilegios extraordinarios. 

Entre las principales y más activas está TVE, un organismo público que ejerce un sectarismo descarado e hiriente. Es el principal activo en esa publicidad partidista y engañosa, además de otras muchas cadenas y diferentes diarios digitales dispuestos siempre a cumplir fielmente todo lo que la “sección de opinión sincronizada” ordene. 

La degeneración más absoluta se ha instalado en nuestro sistema democrático, la situación es grave y de muy difícil recuperación. Todas las instituciones oficiales están sometidas al Sancho-Begoñismo, y muchos medios y periodistas corrompidos obedecen sumisamente al régimen. Unos comprados - los más - otros convencidos y, algunos chantajeados o sometidos.

Dada la gravedad y cantidad de asuntos que este régimen tiene pendiente en los tribunales, que nadie dude que en su permanente huida hacia adelante el Gran Felón nos puede llevar, al resto de ciudadanos, hacia un escenario imprevisible.  

Por este motivo tengo una pesadilla recurrente en la que veo a un fantasmón que, tentado por la desesperación, agobiado y mal aconsejado al verse juzgado y posiblemente condenado, opta por tirar por la calle de en medio y decide hacerse un Erdogán: un autogolpe que le permite purgar instituciones y todo tipo de funcionariado adverso, hasta dejar su camino expedito a una vuelta gloriosa como salvador de la Patria, algo que le facilitan y allanan, a toque de fanfarria y en un escenario fantasmagórico, los componentes de esa “División Acorazada de Desinformación”, la cual cuenta con innumerables recursos y con medios potentísimos. 

Despierto horrorizado. Menos mal, todo ha sido un mal sueño.

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