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HACIA LA MELANCOLÍA.

La pestilencia que emana desde la Moncloa es cada vez más sofocante. La sospecha constante de una corrupción descarada cubre de mugre todo este desgobierno de sectarios irracionales, principalmente a la cabeza del mismo.  La conclusión es clara: serán capaces de la mayores vilezas e infamias para seguir en el poder y, desde ese lugar privilegiado, tratar de esquivar la acción de la Justicia. Copado y encerrado en un sembrado de casos escandalosos, el Gran Felón se agarra con uñas y dientes a su cargo como única posibilidad de supervivencia, tal es el cúmulo de datos que cada día ceban, como si de un animal de engorde se tratase, a esta desgracia, a este escombro ético y a toda la turbamulta de ministros que le secundan sincronizadamente y que aún soportamos los españoles. De todo lo que estamos viendo, lo que más sorprende es la velocidad con que estos sacacuartos han disparado todo tipo de arpones para pescar dádivas abundantes. La Moncloa, vergonzosamente,  se ha  convertido en un

HISTORIA DE LA INFAMIA.




Todas las naciones han tenido y tienen sus héroes; España, por su larguísima Historia ha escrito páginas brillantísimas de sacrificio, abnegación y valor desde tiempo inmemorial.

Pero al igual que nuestra galería de héroes es extensísima, no podían faltar las excepciones que se producen en toda actividad humana, con una relación, afortunadamente más corta, de traiciones, delaciones y felonías. 

Esto pretender ser un catálogo abreviado de algunos infames que nos han precedido.

Dejo para el final a los actuales - muchos y variados - y al Gran Felón, que continua siendo el autor de las mayores traiciones de lesa patria de nuestra democracia. 

No hay día que pase sin que nos sorprenda con más vilezas y ruindades. 


Desde el principio la debilidad humana en forma de envidia, rencor, rivalidad, o ambición patológica y desbordada, han protagonizado muchas de estas conductas.

He aquí unas pinceladas de nuestra particular historia de la infamia:

Ya Estrabón en su tomo tercero, de los diecisiete que dedica a Iberia, geografía, costumbres e historia y haciéndose eco de Posidonio, escribe que circulaban poemas entre los íberos de las llanuras del sur de Andalucía, con más de seis mil años de antigüedad, en los que se describen tragedias con los ingredientes propios de las mismas: amor, traiciones, sacrificio, odio, etc.

Sin tener que remontarnos tanto aparecen en las crónicas romanas los traidores que, con nocturnidad, alevosía y abuso de confianza, asesinaron a Viriato, un pastor-guerrillero lusitano que plantó cara a las legiones romanas, trayéndolas en jaque durante más tiempo del que los dueños del mundo conocido podían soportar. 

La vileza fue perpetrada por tres de sus generales: Aurax, Ditalcon y Minuro.

Para la Historia quedó la frase cuando en el momento de presentarse a recibir la recompensa prometida por su crimen, fueron despedidos por el procónsul Quinto Servilio Cepión con la expresión: “Roma no paga a traidores”. 

Con lo que mataba dos pájaros de un tiro, se ahorraba la recompensa prometida y dejaba a estos absolutamente desprovistos de cualquier protección que pensaran comprar con el oro recibido.


Años más tarde y, aunque Lusitania era un territorio a caballo entre la actual Portugal y España, Oliveira Salazar, primer ministro portugués de los años sesenta, lo ensalzó como héroe nacional de la nación lusa.

Siguiendo el devenir del tiempo nos acercamos a la época de los visigodos, cuya monarquía al ser no ser hereditaria deparó abundantes episodios de magnicidios y traiciones. 

Las facciones de los nobles pugnaban de forma permanente por el trono. Que se acuñase la expresión “morbo Gothorum” o «enfermedad de los godos», no era otra que la referente al asesinato de sus reyes o, como mínimo, su destronamiento.

Magnicidio tras magnicidio – algunos reinados duraron el tiempo récord de un día – llegamos al que fue el último rey godo, Don Rodrigo. Éste, como no podía ser de otra manera, tenía a una parte de la nobleza en su contra.

El conde Don Julián, a la sazón gobernador de Ceuta, había hecho frente en numerosas ocasiones a las turbonadas árabes que dominaban ya todo el norte de África e intentaban conquistar la ciudad con los ojos puestos en la península, manteniéndolos siempre a raya. 

Pero ocurrió un suceso desafortunado con su hija que se encontraba en Toledo, en la corte del rey Don Rodrigo, donde éste la violó.

A raíz de este suceso el conde Don Julián, en complot con algunas de las facciones rivales del rey – aquí se conocían todos – decidió tomar desquite por tal agravio. 

Una de las mismas estaba liderada por un tal Agila que, anteriormente se había autonombrado rey y fue depuesto. Naturalmente no aceptó nunca a Don Rodrigo. En la conjura decidieron jugársela cuando llegase el momento propicio. 

Éste se presentó durante la batalla de Guadalete, o de la laguna de la Janda.

Entre los traidores se encontraba también el obispo Don Oppas, al que el rey le había encargado el mando de una de las alas del ejército. 

Comenzada la contienda y en un momento determinado, los confabulados se pasaron al bando de Tarik, ocasionando la destrucción total del ejército visigodo y, como consecuencia, vía libre a la invasión.

Consumada ésta, llega un periodo más o menos largo en que los reinos del norte de España se van reorganizando poco a poco. Después de la batalla de Covadonga comienza la Reconquista del suelo patrio.

Fuese por debilidad de estos reinos, por falta de recursos, preparación u otras cuestiones, ésta quedó paralizada durante más de veinte años. Es el periodo que la Historia ha llamado, de los “Reyes Holgazanes”, desde el año 768 al 791 en los reinados de Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo I el Diácono.

Abderramán I viéndose muy superior tras este periodo de relativa calma, exige a Mauregato que, para mantener su reino a salvo de las aceifas, debe de pagar un tributo especial, el de las “Cien doncellas”, a lo que éste accede.

El reinado de Mauregato fue breve y de accidentada historia. Era hijo bastardo de Alfonso I y de una esclava mora llamada Sisalda. 

En complot con una de las facciones asturianas de la nobleza depusieron del trono al heredero legítimo, Alfonso II, que tuvo que huir a tierras alavesas para salvar la vida. En esta traición – cómo no – fue apoyado por Abderramán I.    

Transcurrido un tiempo y después de la batalla del desfiladero de Lodos, Alfonso II, ya repuesto en su trono, vence a Abderramán II, a la sazón emir de Córdoba, con lo cual ese tributo, oneroso y cruel queda suspendido.

En tiempos del rey Ramiro I y, al parecer por la debilidad de su reinado, los árabes vuelven a exigirlo.

Pero a veces las cosas no son como parecen, o al menos hay sucesos y situaciones que, por tocar una fibra sensible quizás dormida más tiempo del necesario, ésta despierta. 

Ese momento llegó cuando un municipio vallisoletano, al que le correspondían mandar a siete de sus doncellas en el reparto de la infamia, éstas fueron entregadas sin la mano izquierda.

Tras el espectáculo, horroroso e inaudito, Ramiro I impresionado mandó correos al emir cordobés en el que informaba de su negativa a seguir humillándose, y envió de nuevo a las mutiladas doncellas a sus casas con este mensaje: “si mancas me las das, mancas no las quiero”. Pasado un tiempo tal villa tomó el nombre de Simancas.

Como represalia y castigo por no acceder al pago, Abderramán II envió una expedición con la intención de vengar tal negativa. Ramiro I le vence en la segunda batalla de Albelda, mitificada por la de Clavijo en la que se habla de la participación en la misma de Santiago Matamoros.

El tributo de las Cien Doncellas y la batalla de Clavijo han sido temas de controversia para los historiadores quienes, divididos en dos posiciones han intentado, unos demostrar la veracidad de los acontecimientos, otros se han esforzado en negar su autenticidad.


Comentarios

José L. García Alcón ha dicho que…
sé L. García Alcón dijo...
Gracias querido amigo, por ese primer repaso de lo peor que ha dado, históricamente, nuestra Patria. Espero impaciente la segunda parte o las que estimes oportuno escribir. Serán buenas. Aunque desde luego, ninguna de las actuaciones de los traidores que se han producido en España, le llega a la suela del zapato al psicópata de ahora. Un fuerte abrazo.
Pepe ha dicho que…
Amigo Pepe en tu artículo haces un repaso de la historia cuando los Reyes eran jefes de todos y podían hacer lo que le venía en gana. Pero por desgracia en el siglo pasado y en éste ha habido Reyes uno por unas cosas y otros por otras y también uno que le daba a las dos (mujeres y dinero)que le ha hecho un daño a la monarquía. Y políticos es de vergüenza,roban,prevalican y malversan y después viene el señor de señores y los indulta y los amnistía y aquí no ha pasado nada y todos los españoles a pasar por el aro y a callar. Pepe enhorabuena por tu artículo un abrazo.
Emperador ha dicho que…
Acertado repaso histórico de traidores y cobardes que dejaron negras sombras en la historia de España. No obstante, si comparamos a muchos políticos de hoy con los Reyes Holgazanes, a estos últimos les darían la Medalla al Trabajo.
Esperamos la continuación, que promete.

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