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CERCADO POR LA CORRUPCIÓN.

  Desde el mismo instante en que este malhadado personaje, el Gran Felón que habita en la Moncloa, llegó al poder, sólo ha tenido en su mente tres objetivos:   - Enfrentar a la sociedad española incitando al rencor con la pugna guerracivilista y social. - Trocear España. - Enriquecerse a toda velocidad.  A estas tres tareas se ha dedicado con entusiasmo, siendo difícil precisar en cuál de ellas ha puesto más empeño.  Las fuerzas actuales pro comunistas que nos malgobiernan están en contra del progreso y mejora de la calidad de vida de la ciudadanía, y se autodefinen progresistas ; se oponen a la libertad y a la alternancia de los partidos de diferentes ideas políticas en el poder, y hablan de libertad ; son contrarios a la democracia en su totalitarismo, y proclaman que casi son los inventores de la misma.  Hoy, además, contemplamos a un Presidente imprevisible, fuera de control y totalmente desquiciado.  Un orate fullero en permanente huida hacia adelante. Todo como consecuencia del

SAMURÁIS Y KATANAS CONTRA TERCIOS ESPAÑOLES Y ACERO TOLEDANO.


Para conocer el ámbito en que se desarrolló la batalla de Cagayán es conveniente dar un repaso, aunque sea superfluo, al ambiente social de las islas Filipinas o Islas del Poniente, cuando llegaron los españoles.

La hostilidad entre los distintos caciques que dominaban partes del archipiélago era común. Con la llegada de Legazpi y quedando ya bajo dominio y organización española, se pacificó e inició la primera estructura política conocida como Filipinas.

Sus costas y aldeas ribereñas, por diferentes motivos, siempre habían sido escenario natural de las expediciones de pillaje y saqueo de los piratas japoneses y chinos.

Estos se dividían en dos clases sociales bien diferenciadas: los ronin, samuráis sin señor; y los ashigaru, integrantes de clanes inferiores que, convertidos también en piratas, asaltaban, hacían batidas para conseguir esclavos y saqueaban los poblados aterrorizando de forma permanente a sus habitantes indefensos.

Uno de sus principales cabecillas era el señor de la guerra Tay Fusa, pirata temible cuya actividad principal era el comercio de cautivos y el rescate de aquellos más pudientes. 

Atacó la isla de Luzón con más de mil piratas y estableció un estratégico enclave en el norte.

De alguna manera había que parar aquellas correrías que entorpecían el comercio y la estabilidad social y poner paz. 

El gobernador de Filipinas, Gonzalo Ronquillo de Peñalosa informó a Felipe II de la situación y de la necesidad de pacificar aquellas aguas.

Se encomendó tal empresa a Juan Pablo de Carrión, veterano de los Tercios que, a sus 69 años protagonizará una victoria heroica: la batalla de Cagayán.

A pesar de todo y para llevar a cabo su misión la dotación no fue extraordinaria: un navío ligero, el San Yusepe, la galera Capitana y cinco embarcaciones pequeñas con sus dotaciones, además de cuarenta soldados principalmente españoles y mejicanos; muchos habían tenido experiencia al haber combatido en los Tercios en tierras europeas. 

Parece una constante histórica: cuanto mayor es la dificultad y cuando más difícil es la situación que viven, aparecen el valor, el coraje y la entrega de la que siempre han hecho gala los soldados españoles, convirtiendo esas situaciones en actos heroicos y legendarios.


En todos – marinería y soldados – destreza y disciplina, armamento, orden de combate y una agresividad considerada legendaria.

 

A los pocos días de ponerse en marcha la expedición divisaron el primer barco enemigo. Se tocó zafarrancho de combate y se inició la persecución dándosele alcance.

Inmediatamente y desde la galera Capitana un cañonazo deja la cubierta del junco cubierta de bajas, iniciándose la maniobra de abordaje que no constituyó mayor problema dado el puntal superior de los navíos españoles.

Sin embargo, ante la superioridad numérica del enemigo se ordena el repliegue ordenado y los españoles se refugian en su propio navío, haciéndose fuertes alrededor del castillo de popa, parapetándose debidamente y estableciendo la clásica formación defensiva: los piqueros forman una primea barrera infranqueable; arcabuceros y mosqueteros en las esquinas y flancos.

Este estilo de combatir demostró su gran efectividad y el porqué habían sido invencibles en los teatros de operaciones europeos: barrera de acero y cadencia de tiro continua de las distintas secciones ocasionaron gran mortandad entre los piratas, que no tuvieron más remedio que retroceder hasta su junco.

Por sorpresa aparece el San Jusepe que, sin contemplaciones, hace fuego con sus cañones sobre los piratas que aún hostigan a los españoles.

Sorprendidos de nuevo y viéndose golpeados desde varios puntos, los que han logrado sobrevivir huyen en desbanda arrojándose al mar, falleciendo muchos ahogados al ser arrastrados al fondo por el peso de sus armaduras.

Una vez más un pequeño, pero aguerrido grupo de soldados combatiendo como sólo los Tercios sabían hacer, escriben otra página gloriosa que, sin embargo, se saldó con una baja muy importante; alcanzado por los disparos de los piratas falleció el capitán de la Galera, Pedro Lucas.

La costumbre de portar a la vez dos espadas toledanas de distinto tamaño, típico en los Tercios Españoles en Europa, se mostró más efectiva que la katana, con un acero de menor calidad.

Al mismo tiempo se contaba, sin duda, con mejor protección en el equipamiento defensivo, más firme el de los nuestros, frente a la ofrecida por los petos nipones, algo más ligeros.

Tras esa primera e importante victoria y siguiendo con su patrulla de limpieza y pacificación, la flotilla española, una vez agrupada, se adentró por el río Grande de Cagayán descubriendo al poco dieciocho juncos japoneses, cuyas tripulaciones fueron sorprendidas saqueando e incendiando los poblados ribereños.

Sin dilación se estableció combate. Durante el mismo la artillería española castigó sin contemplaciones las cubiertas de esos barcos ocasionándoles muchas bajas. 

A continuación, aprovechando un recodo del río que ofrecía una loma dominante, se procedió al desembarco de hombres y cañones, se cavaron trincheras y se fortificó el enclave acoplando la artillería estratégicamente, algo que iba a resultar decisivo. 

Sorprendido, Tay Fusa mandó emisarios a la posición española pidiendo un rescate por su retirada y prometiendo dejar aquellas aguas que ya le habían costado pérdidas importantes, algo a lo que Carrión se negó en redondo, conminándole a dejar para siempre las aguas cercanas a Luzón y demás islas españolas.

Tay Fusa, al día siguiente mandó a sus huestes formadas por más de mil piratas, contra los ciento veinte efectivos por parte española, dando comienzo el asedio y asalto a la fortificación. 

La artillería, bien situada y con fuego cruzado, no se cansaba de barrer las oleadas de enardecidos guerreros samuráis que se abalanzaban como una horda salvaje y que caían a decenas.


Otra vez, arcabuceros y mosqueteros demostraron su pericia disparando ordenadamente y con la cadencia de fuego acostumbrada. 

 

Aquellos que lograban rebasar la barrera de fuego y llegaban al cuerpo a cuerpo se encontraban con los piqueros que los paraban en seco. 

Algunos de ellos intentaban agarrar las picas españolas. Carrión, con experiencia suficiente en estas lides, había ordenado que todas fueran impregnadas con sebo para hacerlas resbaladizas.

Los españoles aguantaron a pie firme dos asaltos prácticamente seguidos durante más de tres horas, los samuráis en ningún momento lograron penetrar en la formación disciplinada de las picas. 

En el último, prácticamente ya sin pólvora y agotados, los piratas fueron repelidos de nuevo.


Las espadas de acero toledano y la pericia de nuestros soldados se impusieron al acero nipón y a la fama legendaria de los samuráis.

 

Apercibido Carrión de la ventaja obtenida y del desconcierto ocasionado en las líneas de los bandidos, ordenó la salida de la posición defensiva y la persecución del enemigo, tras la misma dejaron numerosos cadáveres por toda la ribera y aguas del río.

Al final y, tras más de cuatro horas de batalla de una violencia brutal, en el recuento de bajas, increíblemente entre los españoles no llegaron a la veintena, mientras que entre los japoneses superaban con creces los seiscientos.


Esta batalla pasó a formar parte de las leyendas japonesas, otorgando a los Tercios un halo legendario, fantástico y mítico.

 

Atribuyendo a los españoles – en clara inferioridad numérica – un valor jamás visto ante los invencibles samuráis.


En ella contaban que fueron derrotados por los Wo-Cou, seres mitad lagarto, mitad peces, que igual atacaban por tierra como por mar.

Los describían cómo seres espantosos, invencibles, mitad demonios, mitad peces, mitad lagartos.

 

Después de este combate y dominando ya las aguas que circundaban las islas, Carrión fundó en la zona la ciudad de Nueva Segovia y, aunque la presencia pirata fue imposible erradicarla completamente de aquellas aguas, fue ya residual, considerándose prácticamente libres de bandidos del mar.

Como consecuencia de aquella relativa seguridad, rápidamente volvieron a reactivarse las relaciones comerciales con China, Japón, e incluso con la India y demás naciones cercanas.


 

 




Comentarios

José L. García Alcón ha dicho que…
Muchas gracias, querido amigo, por esa descripción, magnífica, de la batalla de Cagayán, de la cual apenas tenía algún elemental recuerdo de aquel bachillerato en el que se estudiaba historia de España. Ahora sufrimos a sujetos de un sectarismo despreciable, por supuesto comunistas, que como el tal Urtasun ministro de Cultura(¿?), hace una interpretación de nuestra HISTORIA, basada en una total ignorancia de ella y lastrada por un odio de muchos años. Gracias de nuevo Pepe.
pacomontes ha dicho que…
Muy buen articulo rescatando de la memoria y trayéndola a ella un retazo de historia y olvido ,de esos que enorgullece a los españoles y niegan los indignos. OS recomiendo la lectura del libro con nombre homónimo. Buen trabajo, de esos que se agradecen
Emperador ha dicho que…
Conocía la historia pero no por ello dejo de sorprenderme ante el valor de unos españoles que derrotaron a los temibles guerreros japoneses. Eso daría para una película pero, desgraciadamente, en España, las escasas películas que se hacen con tema bélico son solo para ambientarlas en la Guerra Civil y recordarnos qué malos eran unos y qué maravillosos eran los que perdieron.
Un abrazo.
JUANJO ha dicho que…
OTRA VEZ!!!, ME HE INFORMADO DE ALGO DE LO QUE NO TENÍA IDEA. SIEMPRE ES UN PLACER TENER CONOCIMIENTO DE NUESTRA HISTORIA, DE FORMA CONCISA Y MUY BIEN RELATADA. UN ABRAZO
Pepe ha dicho que…
Pepe enhorabuena por tu artículo sobre la guerra de Cagayan que por cierto no tenía ni idea. Lo que sí otra vez se demuestra el valor y el coraje de los militares españoles aunque ahora algunos sólo hablan y los describen como salteadores,saqueadores y vulgares asesinos que sólo iban para llenar sus arcas. También me entero del uso de las dos espadas toledanas. Pepe repito enhorabuena y un 🫂.

Lena ha dicho que…
No conocía esta historia, y me ha me ha fascinado como todas las gestas de los españoles corajudos, qué gran estirpe de héroes hemos tenido.Gracias amigo por traerlo a nuestro conocimiento ����

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