EXÁMEN, REARME Y CONCLUSIÓN.

 

 

 

EXÁMEN:

Las expectativas de que la derecha, en las elecciones del 23-J, lograse una mayoría absoluta se han evaporado en pocas horas. La tarde-noche del día 23 no la vamos a olvidar fácilmente. Las primeras encuestas a pie de urna eran bastante optimistas, luego, poco a poco, las tornas fueron cambiando y se pasó de la alarma al estupor que, dando paso a una tenue esperanza… quedó en nada.  Ni se remontó suficientemente, ni fue tranquilizadora.

Días antes del 23-J, muchos éramos medianamente optimistas, tampoco es que fuera para echar las campanas al vuelo, pero todo parecía indicar que ese social-comunismo – protagonista de tantos disparates, traiciones, corrupciones y engaños - iba a ser expulsado del Gobierno de la Nación, entre otras cosas, además, por las compañías elegidas para su acompañamiento.

Muy pocos habíamos tenido en cuenta que el ser humano, en cuestiones de política, suele ser de memoria flaca y, sin tener en cuenta los desatinos, ultrajes, recorte de libertades y derechos, subida de impuestos y un largo etc., además de la fecha de las votaciones: vacaciones, calor, quebraderos de cabeza para llegar a tiempo al colegio electoral, colas de espera en las oficinas de correos y un sinfín de obstáculos que, en condiciones normales, habrían tenido sin lugar a dudas, su reflejo en las urnas; pero no fue así.

Un mazazo, porque después de las Autonómicas, pocos esperábamos que este siniestro granuja llegase a obtener los resultados que ya son prácticamente inamovibles.

Durante estos últimos cuatro años de social-comunismo, la sociedad española ha sido sometida por el desgobierno a una especie de test, que debería valorarse según el resultado de las últimas elecciones.

El recuento de los votos emitidos es la interpretación del mismo y, las conclusiones, no podían ser más halagüeñas para sus autores, ni más nefastas para el resto de españoles.

Los mismos han venido a corroborar que vivimos en una sociedad donde los principios morales que nos han movido durante muchos años están tambaleándose, cuando no definitivamente olvidados.

Todo se debe a una labor paciente y constante de zapa de los cimientos de la sociedad, en la que han tenido mucho que ver las sucesivas reformas educativas – da igual estudiar o no, para la calificación final de las asignaturas - prensa, radio, series, programas de basura televisiva, y todo tipo de propaganda, subliminal a veces y otras descarada, que han influido en la opinión de segmentos muy amplios. 

Una realidad palpable y medible que nos asombra cuando vemos las contestaciones en las encuestas realizadas a pie de calle, sobre asuntos relativos a cultura y sociedad.

Las mismas muestran, generalmente, una falta de formación que da pavor y, un posicionamiento en cuestiones éticas básicas donde el relativismo, la indiferencia y el pasotismo, sazonado todo con un infantilismo y buenismo estúpidos fuera de la realidad, suelen ser el común denominador.

Una parte importante del electorado inesperadamente - sobre todo después del resultado aplastante de la derecha en las últimas autonómicas - ha agachado la cerviz y ha depositado su voto a favor de este socialismo pútrido, negro y maloliente, pero que ahora sin duda alguna apretará el acelerador que nos desembocará a una situación complicadísima e incierta.

El granuja monclovita está en disposición de editar un nuevo gobierno Frankenstein. Los votos recibidos le han dado el espaldarazo para seguir cometiendo las mayores deslealtades y felonías contra los intereses generales, excepto para vascos y catalanes a los que les habrá tocado de nuevo la lotería.

Si en el anterior Ejecutivo actuó algunas veces con cierta cautela, ahora, crecido y en complicidad con lo peor de nuestra clase política, no va a pararse en barras. 

La banda que nos desgobierna después de examinar los resultados, se ha dado cuenta de que es poseedora de un cheque en blanco y de la indiferencia moral de muchos.

Y de nuevo vuelven a cernirse los fantasmas del pasado, aquellos que pensábamos definitivamente superados. Las sombras más negras que creíamos ya nunca más nos iban a inquietar.

Taimados, arteros y ladinos vestirán el muñeco adecuadamente, dando a continuación las instrucciones pertinentes a las divisiones de desinformación que todos conocemos, para que, una parte importante del electorado trague cualquier cosa que se les ponga por delante, da igual lo que sea, no pasará nada.

Como resultado de lo vivido vemos ahora mismo a la derecha manoteando y tratando de buscar disculpas a su no triunfo rotundo y acusándose mutuamente de errores, traiciones y deslealtades.

¿Para cuándo una autocrítica leal y contundente?

 

REARME:

Los ciudadanos hemos sido testigos que las dos opciones derechistas, en vez de limar asperezas, ponerse de acuerdo en los puntos comunes con el único objetivo de desalojar al granuja de la Moncloa, se han dedicado a hacerse la guerra en la que hemos perdido todos.

El principio de cualquier victoria futura pasa por el reconocimiento de los errores.

Es hora ya de llamar a las cosas por su nombre y asumir yerros; ya vale de pasarse la patata caliente de la responsabilidad de lo ocurrido, nefasto para los españoles y excelente para la izquierda en general: amigos de la ETA, golpistas y comunistas enmascarados.

Observamos de todo menos el reconocimiento por ambos partidos de su responsabilidad. Un mea culpa por no haber sabido fijar al enemigo común, frustrando los anhelos de muchos españoles.

DE UNA VEZ POR TODAS, PÓNGANSE DE ACUERDO. 

Si no es así, ¿cuánto tiempo tendremos que esperar – y apremia - a que surja un líder, un estadista con carisma suficiente que, ensamblando toda la derecha obre con lógica y encare el desafío sin complejos y a cara de perro, contra esta izquierda que nos va a destruir a poco que nos descuidemos?

Va siendo hora, porque los ciudadanos estamos cansados, hastiados y aburridos de tanto dislate.

Y, aunque la situación es negra con respecto a la unidad española y al resto de asuntos pendientes que todos conocemos, donde la economía ocupa un lugar destacado, así como la defensa de la propiedad privada, no debemos olvidar que ahora mismo la derecha es mayoritaria en cientos de ayuntamientos, diputaciones, la mayoría de las comunidades autónomas y el Senado donde tiene mayoría absoluta y, esa baza hay que saberla jugar sin complejos, sin timidez y con decisión.

NOTA.-  Para esquivar esa mayoría en el Senado, al desgobierno no le temblará la mano en echar mano a los Decretos, aunque estos sólo se contemplen para situaciones excepcionales. Será interesante ver qué disculpas expone y qué medidas toma la oposición llegado el caso.

Saltarse normas y atropellar leyes es muy propio de autócratas, y aquí tenemos a su mayor representante.

Será a partir de este momento donde hará más falta esa unión sin contemplaciones y no hacer oídos a  las trampas saduceas que pueda tender la izquierda y sus terminales mediáticas, que trabajarán a tope, temiendo precisamente esa conciliación. 

CONCLUSIÓN:

Vienen tiempos seguramente enrevesados y complicados, donde instancias judiciales escoradas descaradamente hacia la izquierda, van a jugar un papel determinante.

Sin embargo, no todo está perdido. Somos más, somos mejores y las instituciones gobernadas por la derecha deben plantar cara a los planes de estos vendepatrias que fundamentalmente van a ir en tres direcciones:

- Fragmentar la nación dando alas a los nacionalismos, en las que el Tribunal Constitucional y su presidente jugarán un papel decisivo.

- Aislar a la derecha tratando de  arrojarla fuera de todas las instituciones.

 ¿Recuerdan el Pacto del Tinell en tiempos de Zapatero (más que pacto, conjura) contra el PP para expulsar a media España de todos los organismos oficiales? Pues ya está aquí.

- Acabar con la Monarquía, retorciendo de alguna manera la Constitución para convertirnos en una república federal bananera, al mejor estilo bolivariano.

Se que a muchos se nos revuelven las tripas cuando contemplamos los gestos insolentes del terrorista Otegui que, si nada lo impide será el próximo lehendakari; los lamentos melifluos, hipócritas y cínicos de un PNV cobardón y rastrero, además de las abusivas y rufianescas proposiciones del resto de las bandas golpistas que asolan Cataluña.

Aún más cuando vemos los gestos fatuos, petulantes y jactanciosos del granuja monclovita, con esa sonrisa de perdonavidas estúpida, de pretencioso histriónico y del jugador de ventaja que nos va a vender, sin temblarle el pulso, al mejor postor.  

Estos españoles – el PSOE y el resto de monigotes que le acompañan - desnaturalizados, son reos del mayor crimen del que puede acusarse a un ciudadano: LESA TRAICIÓN, castigado en todos los códigos con penas de rigor máximo.

Y, por supuesto, la carta que el Sr. Feijoo ha mandado a Sánchez, como era previsible, no ha servido para nada. De verdad que ese no es el camino. Este psicópata no lo ha interpretado como un signo de buena voluntad y entendimiento que, por otra parte, con este sujeto endiosado ya es inútil, sino como un signo de debilidad. 

Parece mentira que no se haya dado cuenta todavía de que cuantas veces tienda la mano a la izquierda será para que se la muerda.

Si se salen con la suya, nuestros enemigos seculares habrán ganado un pulso que llevan echándonos muchos años. 

Animo que, por el bien de todos, reflexionen, rectifiquen, traten de unir esfuerzos en una meta común que está clara cuál es.

La situación es endiabladamente complicada, pero Antonio pactará y dará todo lo que le pidan, sea lo que sea. 

Algo que habrá que denunciar diariamente, sin tregua y, si hace falta, ante instancias europeas.