LA MALDAD NI SE CANSA NI SE RINDE.

 

EL MALHADADO SÁNCHEZ, HA QUERIDO AMARGAR LA VIDA A LOS ESPAÑOLES HASTA EL FINAL. LA FECHA DEL 23 DE JULIO ASÍ LO CONFIRMA.

En la última comparecencia de Antonio tras su gran derrota en las municipales y autonómicas - que había planteado como un plebiscito - después de las palabras de introducción agarrándose a los papeles que llevaba entró en bucle. 

No fue improvisación o titubeo, sino el reflejo fiel de una personalidad superada por los acontecimientos, muy herido en su ego y soberbia.

Está claro que nada elegante o caballeroso podía esperarse de este sujeto turbio, fullero y cínico, que ha actuado con irresponsabilidad y prepotencia a fin de desviar la atención de su personalísima derrota. 

Una más.

Decidió - seguramente aconsejado por sí mismo - que todos los que no estaban con su proyecto social-comunista, eran de la derecha extrema, o de la extrema derecha.

Y pintó una supuesta ola reaccionaria que sólo han visto él y algunos de sus cuates.

Mostró cuál es su pensamiento y claramente su verdadera personalidad, nítidamente, sin fingimientos y sin filtro alguno. Pudimos contemplar el retrato auténtico de un cacique totalitario, de un verdadero autócrata inflexible en su percepción absolutista de la política, que no duda en demonizar al adversario al mismo tiempo que desprecia profundamente - como sólo sabe hacerlo un psicópata agraviado - a los electores que optaron por no apoyar su proyecto tiránico que, a las claras y sin medias tintas, él representa.

Tan sólo le faltó declarar una alerta antifascista como lo hiciera en su día el marqués de Galapagar, cuyos militantes vemos hoy convertidos en hilachos mendigantes, que pugnan entre sí por sobrevivir en la política.

Antonio, desde ese momento se convirtió en el mayor forofo largocaballerista de todos los tiempos y, como el tristemente famoso Lenin Español, no dudó en lanzar una perorata fuera de lugar, violenta y extrema, cargada de odio concentrado que sorprendió a muchos y que dejaba entrever un punto de intimidación.

Si de algo han servido estas elecciones han sido para que, sin poder fingir más, se quitase esa máscara falsa y francamente estúpida que ha lucido durante toda la campaña electoral que, como hemos podido comprobar, estaba muy lejos de su verdadera personalidad.

Es el típico tirano que no ve adversarios políticos en el juego democrático, sino simple y llanamente enemigos a los que aislar y batir. Fatuidad, soberbia y maldad forman la triada que envuelve siempre a estas personalidades psicopáticas

Llama la atención que un individuo, aupado y mantenido en la Presidencia del Gobierno por lo más florido de lo peor de la política española: filo terroristas de Bildu, comunistas bolivarianos de Podemos, y golpistas supremacistas catalanes, nos salga ahora con la pamema de que el PP y Vox son la extrema derecha. Tanto cinismo, aun viniendo de este indigente mental, es ofensivo.

En mi opinión el PP representa hoy a la derecha, trufada de socialdemocracia; Vox, es el típico y clásico partido conservador europeo.

Con asombro también pudimos comprobar que no hubo ni un mínimo atisbo de autocrítica, de reflexión y, ni un solo gesto al reconocimiento de que algo habría hecho mal. Usando un truco que la izquierda emplea desde hace mucho tiempo, y que les suele salir muy bien, echó mano de lo que yo llamo “argumento boomerang”, que consiste en acusar reiteradamente a los rivales de sus propias faltas y excesos.

En ese contexto pasaron revista los medios de comunicación que, según él, eran todos de extrema derecha o de derecha extrema. Increíble.

De la misma forma no se cortó en afirmar que si ganaba las elecciones le iban a acusar de pucherazo - ¿está poniendo el parche antes de tiempo? -  él, precisamente él, al que pillaron con las manos en la masa llenando de papeletas fraudulentas una urna oculta por una cortina en la sede del PSOE, cuando lo expulsaron de la secretaría general del partido por intentar ese fraude.

Nada faltó: palmeros temerosos de la reacción del Gran Timonel; aplausos al mejor estilo soviético y la figura, ahora sí, auténtica del rencor, del odio y del: “cómo me habéis podido hacer esto”, que es en definitiva lo que no ha tolerado este felón supremo.

Este tipo de personajes son muy peligrosos en las derrotas, ya que, su maldad ni se cansa ni se rinde y, junto a su necedad, forman un entrevero calamitoso que suele ser insufrible para quienes les rodean. En esa mezcla perniciosa y funesta, Antonio es el prototipo perfecto.

No vimos ni un ápice de la responsabilidad que implica el desarrollo de ciertas funciones de mando y liderazgo. Obnubilado por la soberbia y el rencor, ha entrado en una dinámica de psicopatía agresiva permanente, que termina siempre con insultos y descalificaciones al adversario político de forma reiterativa, pertinaz y constante.

Además de la perorata crispada que escuchamos, toda la izquierda suele emplear un vocabulario fetiche que sacan a colación de forma recurrente:

 “Progresismo” y “fascista”.

HABRÁ QUE PREGUNTARSE ¿QUÉ ES SER PROGRESISTA? Lo son ¿El tito Berni? ¿El de las putas de catálogo, cocaína y corrupción? ¿La compra de votos? ¿La podredumbre institucionalizada de los Chaves, Zarrías y Griñán? ¿El abrazo a la ETA? ¿La eliminación de delitos a la carta? ¿La suelta de etarras, violadores y pederastas? ¿La protección de los ladrones de pisos? ¿El caos en la administración? ¿El desastre en economía?

¿Y, QUIÉNES SON FASCISTAS? ¿Los etarras que pegaban tiros en la nuca? ¿Los de la bomba lapa, extorsiones, amenazas y secuestros? ¿Los que apedrean las carpas de los partidos rivales? ¿La pérdida de la libertad de expresión y de cátedra mediante una ley obscena, llamada de Memoria Democrática, arropada e impuesta por los filo etarras de Bildu? ¿Los que forzaron la diáspora en Vascongadas con más doscientos mil exiliados políticos fuera de su tierra, por tener imposible la convivencia? 

Una limpieza étnica que allanó en su momento el camino al PNV y ahora a  E. H. Bildu.

Vale ya de tragarse tanta falsedad. Palabras trinchera que ocultan una falta absoluta de preparación y de argumentos, y que sólo muestran un pensamiento tan vacuo que causa asombro y a veces hilaridad.

Ha querido acallar las críticas y rebelión en sus propias filas que ya empezaban a ser clamorosas y, para desviar la atención, ha optado por una huida hacia delante al convocar apresuradamente elecciones generales en una fecha absolutamente demencial e inapropiada por muchísimos motivos, no siendo de los menores el periodo vacacional y las temperaturas altísimas que se sufrirán en los colegios electorales.

¿Está en sus cálculos que, para ganar, necesita una alta abstención?

Es posible que gracias a él se logre lo que hace tan sólo unas semanas parecía imposible, que gran cantidad de ciudadanos respondan con responsabilidad y acudan a votar masivamente, frenando así el derrotero por donde nos va deslizando este personaje protervo y, ante la debacle que pueden suponer cuatro años más de mandato social-comunista.

Ahora, Sánchez a la desesperada, tratará de apretar el acelerador del enfrentamiento, de tensar cada día más la atmósfera; la volverá irrespirable, es posible que en algunos momentos nos haga recordar los aires de violencia vivida hace ya más de noventa años. 

Hasta el día de las votaciones es seguro que viviremos la campaña electoral más desinformada, manipulada y sucia, que recordemos.

Antonio, en su megalomanía de orate delirante, no percibe ni ve el desastre en que ha sumido a todos: partido y Nación.

Hace tiempo que es rechazado por un segmento cada vez más numeroso de españoles, algo que ha aumentado según han ido pasando los meses y los ciudadanos nos hemos ido dando cuenta de sus maniobras para enfrentar, traicionar y humillar a todos.

Él no lo sabe, pero es posible que esté a punto de conseguir algo que algunos veníamos barruntando la refundación del PSOE, si el resultado para este partido es catastrófico.

Convoca los comicios en una fecha que despierta recelos, sobre todo por el asunto del voto por correo. Ya vimos lo que pasó en ciudades como Melilla y algunas más. Ahora no creo que vaya a quedarse de brazos cruzados.

La incógnita es: ¿si vuelve a perderlas, impugnará el resultado de las mismas ante el Tribunal Constitucional para que Pumpido las invalide?

Es imprescindible y necesario que la derecha tenga claro que lo fundamental es borrar el sanchismo diluyente y ruinoso.

Va de supervivencia, aunque haya dejado las instituciones sembradas de minas.