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LA PONZOÑA.

 


Desde el primer momento en el que empezamos a sufrir el régimen de Pedro Sánchez, éste ha ido segregando una ponzoña maligna y expansiva que ha ido infiltrando instituciones, medios de comunicación y sociedad. 

Nada ni nadie se ha librado. Ha envilecido y envenenado todo lo que ha ido tocando.

Atendiendo al significado de tal palabra: “2ª Acep.-Se aplica a cosas como ideas, sentimientos o costumbres que dañan gravemente al espíritu o a la sociedad”. 

Todo eso es, exactamente, lo que ha sucedido desde la llegada al poder del inquilino monclovita.

Entre otras cosas ha castigado sin piedad a la ciudadanía, al desentenderse de las desgracias que nos han ido aquejando. 

En todos los desastres ha tratado, a toda costa, de sacar rédito político o personal, sin importarle en absoluto muertos, desgracias, llanto y dolor. 

¿Cómo se llama a un gobernante que tiene ese comportamiento...?

Por no hablar de la dejadez y abandono de los agentes de la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico, o la demagogia descarada y suicida que opta ante el problema, cada día más grave, de la inmigración irregular. 

Los barrios de algunas ciudades se han convertido en verdaderas ciudades sin ley, donde el orden y la paz son cada día más difíciles.

Convivencia e instituciones – todas – se han corrompido por la mano siniestra de este desgobierno que, siguiendo el manual del más puro totalitarismo, las ha ido invadiendo y deteriorando.

Su llegada, per se, constituyó el más absoluto de los desastres para España como nación. 

Tan sólo hacen falta repasar las cifras de inflación, delincuencia, paro, pobreza infantil, precariedad en los empleos y salarios. Los mismos que han ido degradándose de manera inmisericorde desde junio de 2018, año luctuoso de su llegada a la presidencia de Gobierno. 

Hay una paradoja que nunca habíamos visto: soportamos unos de los impuestos más elevados de la UE, y recibimos los servicios estatales más precarios.

Pero, con ser todo esto tan grave y alarmante, nos amenazan con nuevas leyes para seguir maniatando nuestros derechos, ya muy disminuidos.  

No hablo del encarecimiento de la cesta de la compra; de la luz que alcanza precios estratosféricos; de la huida masiva de empresas por la inseguridad jurídica y la carga de impuestos - este año han tomado esa decisión más de veinte - de las cifras de inflación que triplican la media de la UE, o de la falta de horizontes que amarga a nuestra juventud por la imposibilidad de llevar una vida independiente que, desde que se puso en marcha la Ley nefasta de 12/2023, de 24 de mayo, por el derecho a la vivienda, sus precios se han multiplicando exponencialmente.   

Me refiero a tres sucesos ocurridos estos últimos días, graves y de incierto final que, cuando se resuelvan, independientemente del resultado, marcarán un antes y un después en nuestras vidas. 

Dos de ellos jurídicos, y el tercero referido a los métodos de agitación y propaganda que suele emplear la izquierda cuando no está en el poder, o cuando ve que peligran sus opciones en elecciones próximas.

Primero: el juicio por el que el fiscal general del Estado se ha sentado en el banquillo, acusado de revelación de secreto profesional. 

Con su condena recientísima, veremos un nuevo espectáculo de luz y sonido en el Ejecutivo.

El Colegio de la Abogacía de Madrid - una de las seis acusaciones populares - solicita una condena de cuatro años de cárcel, tres de suspensión de cargo público, y 81.000 € de multa. 

En el caso de que se recurra al TC, ¿se atreverá Conde - Pumpido a enmendar la plana, de nuevo, al Supremo?

Segundo: la pronunciación del abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Dean Spielmann, que avala en parte la Ley de Amnistía, con posibilidades para que los golpistas se vayan de rositas y, aunque la última palabra la tendrá el Tribunal de Justicia de la UE en los primeros meses de 2026, podría repercutir de forma notable en el resultado final de este grave y decisivo asunto.

No hace falta ser muy avispado para entrever la cara de satisfacción del fiscal general del Estado, al que de momento le da un respiro.

Tercero: apología de la violencia que, continuando con las manifestaciones habituales de Pablo Iglesias, en su particular cruzada de odio contra la derecha, ha manifestado en el Congreso de los Diputados, Ione Belarra.

Sin cortedad alguna y con la agresividad que caracterizan sus mítines - que no comparecencias-  ha vuelto a incitar a la violencia contra todo lo que no coincida con el pensamiento, opinión o acción, fuera de los cánones del marxismo más ruinoso.

En el mismo llama, según sus propias palabras: "... a reventar a la derecha..." método que al parecer recomienda, como infalible, para imponer sus ideas.

Y es que está claro, estos totalitarios si no convencen mediante la persuasión, los conceptos o el ejemplo, recurren a infundir e incitar a la violencia, la amenaza y el terror, para tratar de imponerlas. 

Nada nuevo bajo el sol en la izquierda. Algo que hemos padecido y sufrido, no hace tanto tiempo, por parte de la ETA, FRAP o los GRAPOS.

Habría que preguntarse el porqué vemos de nuevo llamar a la agresividad. 

La conclusión cierta es que estos que recurren ahora a hacer apología del totalitarismo, y los que señalan a periodistas e informadores para escraches y amenazas, están viendo cómo su caladero de votos, que estaba entre los jóvenes disminuye y vira hacia la derecha.

Se está constatando cómo el progresismo, en su versión más rancia de "regresismo" clamoroso, hoy, es ignorado por gran parte de nuestra juventud. Una tendencia que los descoloca y los pone histéricos.

El Estado de Derecho, tan humillado y ninguneado por estos y otros asuntos, hace agua por todos los sitios.

Vivimos un desbarajuste social, político e institucional que, unido a la corrupción sistémica de este Ejecutivo, nos asombra, preocupa y desmoraliza cada día.

El pueblo español, históricamente, siempre ha sorprendido - para bien y para mal - a propios y extraños.

Si somos capaces de superar este momento crítico y determinante en el que nos encontramos, podemos asegurar que nuestra democracia saldrá mucho más reforzada aunque, indudablemente, hay muchos nubarrones que procurarán, a toda costa, que eso no suceda. 

No va a ser fácil.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy buen artículo, amigo. Efectivamente, este pájaro y sus inútiles vividores correligionarios, han arruinado gradual pero maléficamente, España. Lo han envenenado todo, por ello, si bien le has aplicado la 2a acepción de la palabra PONZOÑA, según el diccionario, la primera acepción también les viene como el aceite a las espinacas: MATERIA VENENOSA. Un abrazo.
Anónimo ha dicho que…
GENIAL! COMO SIEMPRE. A ESO SE LE LLAMA, CRIMENES DE LESA HUMANIDAD. UN FUERTE ABRAZO.
Anónimo ha dicho que…
Me ha gustado mucho, como todos.
Poco podemos hacer por parar esta barbarie, la juventud no está preparada y si, adoctrinada. Como no salga un líder como el que hoy se conmemora su muerte, por parte de la izquierda más, no tenemos mucha fe. Un saludo muy afectuoso. A.H.
Chapaylu ha dicho que…
Sr. Eneas, solo un breve comentario a su buen articulo.
Al ver este "desbarajuste" disloque, desorden o como queramos llamar a esta infame situación actual, pienso que es el desenlace natural de la unión de un partido corrupto con los partidos que odian a España.

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