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SANCHISMO Y DEGENERACIÓN.

El balance que nos dejan los más de siete años que llevamos de sanchismo, no puede ser más desolador. Desde el minuto uno hemos padecido un personaje que ha roto todos aquellos principios que formaban su programa electoral, y que no eran otra cosa que vulgares mentiras y añagazas para llegar al poder de la forma más ruin, torticera y ramplona. Sólo había una cosa en su cabeza: hacerse con el poder para ir después desarrollando su poder totalitario.  Totalitarismo que se ha mostrado sin tapujos en su afán de colonizar y parasitar todas aquellas instituciones que sirven para definir un sistema político de contrapesos y, donde la igualdad de las leyes para todos y por encima de cualquier cargo, acontecimiento o deseo del poder, es la norma que debe regir, ya que, constituyen la garantían de la verdadera libertad que va unida, cómo no, a la propiedad privada. Nos encontramos sin duda alguna ante una verdadera degeneración política y democrática.  Estamos padeciendo y soporta...

EMERGENCIA NACIONAL.




Estamos ante una verdadera y grave emergencia nacional. Muchos lo sabemos, otros adoptan la postura del avestruz. No es una exageración. No es un titular ni una ocurrencia. Es una verdad dolorosa que descarnadamente se abre paso y se muestra cada día más evidente, constatable y frustrante. 

Esa emergencia es mucho más grave de lo que podría parecer, ya que estamos, sin lugar a dudas, ante la agonía y los estertores de un desgobierno en franca descomposición, cuyo hedor lo impregna todo. 

Comprobamos diariamente que es el sino de un sanchismo que deteriora y pudre cualquier cosa que toca. 

En él estamos viendo un rostro que todos intuíamos: fanático, vengativo rencoroso y violento extremo, ante la mínima contrariedad. 

Persigue y trata de castigar, con esa saña que sólo se observa en los espíritus revanchistas. Un síntoma más del abanico que constituyen las manifestaciones de un narcisismo enfermizo. 

Tragedia a tragedia va transcurriendo el tiempo en que esta desgracia, este personaje, este neurópata desequilibrado y falso desde su raíz, nos gobierna. 

Es difícil encontrar alguien que nos haya provocado más preocupación, sufrimientos y zozobra. 

No hace falta ser profeta para pronosticar que las desgracias y desastres que atribulan actualmente a la sociedad española, lejos de cesar, continuarán afligiéndonos.

Es la lógica consecuencia de unos  ministerios y secretarías de Estado, ocupadas por personajes sin preparación. Son designados a dedo los más sectarios y los más fieles; no hay otro requisito.

Toda una tropilla de incompetentes donde la inutilidad se acompaña, de forma permanente, con dosis ofensivas de arrogancia, desprecio a la ciudadanía y mentiras en tromba y sin descanso. 

Responsables de una gestión inexistente que, a fuerza de ineficacia, se convierte en funesta y sin sentido, produciendo estragos sin cuento.

Por tanto, las anomalías en cualquier servicio a la ciudadanía, ferrocarriles, sanidad, apagones masivos y todo tipo de calamidades, seguirán siendo la tónica de nuestras vidas y están aseguradas. 

Brotan como hongos y por doquier casos como el de Ábalos, sus amoríos y corrupciones sin cuento; el caso del Hermanísimo que, descaradamente, ignoraba todo lo concerniente a su puesto de trabajo; las cavilaciones de la Catedrática; las “reflexiones” del presidente del TC; las tribulaciones del fiscal general del Estado, o el empleo de lujo de Pumpido Junior. 

Asuntos que llevan siempre el nepotismo como bandera y el retorcimiento de las leyes para escapar de presuntos delitos de corrupción, siguen ocupando la mayor parte de las acciones de este desgobierno.

Ejemplos como el de una sanidad cada día más ineficaz e inoperante; una educación devaluada hasta mínimos; un paro camuflado y falso - como todo lo que acompaña a este Ejecutivo - de los más abultados de la UE; una pobreza infantil que da pavor y que multiplica por tres la de los países de nuestro entorno; y el gasto desbocado y ruinoso de un Estado, por mor de un desgobierno que nos dejará de herencia - entre otras calamidades - una deuda monstruosa, cuyos intereses superan en mucho la suma del presupuesto de varios ministerios.

Un desgobierno que emplea todos los trucos, falsedades, trampas, engaños, ardides, astucias y tretas junto a una propagada asfixiante, agobiante, desmesurada e hipertrofiada que, junto al enjambre de asesores monclovitas elevan minuto a minuto el derroche económico de un desgobierno de incompetentes, fanáticos del trinque y la ruina, ocupados única y exclusivamente en disfrutar de unos estipendios, canonjías y privilegios como nunca antes habíamos visto.

No hay esperanza mientras sigamos viendo, por ejemplo, cómo se dilapidan los recursos del erario y se contratan a precio de oro los fichajes más sorprendentes y escandalosos de una TVE sectaria hasta la náusea, y altavoz propagandista de la desgracia que nos ha caído encima.

En ella medran, de forma aparatosa y desproporcionada, personajillos prescindibles, apolillados y en desuso, además de comisarios políticos que llevan la voz cantante en unos informativos y programas tan irreales como incompetentes que logran audiencias ridículas.

Todo lo descrito es la consecuencia natural y el producto de cuando la palabra gobernar pierde todo su sentido.

Ese noble ejercicio de servidumbre y entrega a la sociedad o al pueblo, como tanto les gusta nombrar a los social-comunistas, se ha transformado única y exclusivamente en un trampolín para alcanzar sinecuras y prebendas de forma nada ejemplar, descaradas, donde la avidez extrema, desaforada y tan sin cuartel por obtener recompensas económicas, causa asombro además de espanto.

Cuando constituyen y han constituido, desde el primer segundo, meta única y obsesiva, el desastre institucional está servido.

Tenemos un Estado en el que previamente se han ido neutralizando casi todos los mecanismos de contrapeso que tienen las democracias avanzadas.

Como resultado de esas maniobras vemos cómo, poco a poco, nos vamos convirtiendo en una sucursal europea del comunismo bolivariano.

Está cada día más claro que la gestión del buen gobierno jamás ha estado en sus planes, y la única y principal meta es el deseo de seguir en el poder para continuar con sus chanchullos, logros y privilegios.

De ahí que cuando ocurren sucesos luctuosos, complejos y de cierta envergadura, se toman siempre decisiones erróneas y equivocadas, valorando, muy por encima de cualquier otra consideración la obtención de réditos personales o políticos, que se anteponen siempre a los de eficiencia y eficacia que resuelvan o palíen lo acaecido.

Así lo hemos visto siempre que hemos sufrido problemas graves, tragedias y desgracias en que estos sin conciencia sólo han sabido actuar en provecho y beneficio propio.

Ya sea la epidemia de COVID – el caso de las mascarillas es uno de ellos - , la Dana o el gran apagón sufrido recientemente.

Siempre es la misma conducta: no actuar o hacerlo mal y a destiempo; continuar con una propaganda inmensa, donde el batallón de opinión sincronizada tiene un papel destacadísimo y, al mismo tiempo, transferir toda la responsabilidad – sea la que sea - con desparpajo y cinismo asombrosos a la oposición. 

Algo que los partidos de la derecha no acaban de entender y comprender, y que les pilla siempre a contrapié. 

Cuando esos trucos pierden su efecto o no son suficientes, siempre tienen a mano un caso dormido, más o menos escandaloso, que ponen en primera plana para desviar la atención y que les vale como cortina de humo, o bien remueven algo que tenga que ver con Ayuso.  

Si no tomamos conciencia clara de que estamos ante una emergencia nacional, y la oposición y el resto de asociaciones civiles no actúan de forma coordinada para quitarnos de encima, de una vez por todas, a este malvado, y a la cohorte de inanes y baldíos  que le rodean, la recuperación del estropicio, a todos los niveles, perpetrados en estos años de social-comunismo nos exigirá sacrificios infinitos, enormes y sin cuento.

Una situación que se asemejará, comparativamente y en algunos aspectos, a las vividas en cualquier posguerra.



Comentarios

Emperador ha dicho que…
Siete años ya machacando el país. Y nada oiga, ahí que siguen tan panchos. Saben que la extrema izquierda está en los huesos electoralmente hablando y esos votos son para ellos.

Confían en tener un número suficiente de escaños para luego buscar sus socios en la patulea separatista que les exprimirán los higadillos a cambio de apoyos. Y España entonces ya desaparecerá definitivamente. Pero es igual, mientras haya un sillón donde reposar las posaderas, vale.

Esperemos que le salga mal la jugada.
Marce ha dicho que…
Seguramente me equívoco de cabo a rabo, pero presiento "Elecciones". Humm..., tal vez, antes de finalizar el Año 2025.
¡Ojalá!.
Buenas noches.
Anónimo ha dicho que…
Amigo Pepe,primeramente enhorabuena por tu artículo, no sé lo que tiene que pasar para que los españoles despertemos,la corrupción está en todos los sitios,familiares amigos,fiscales etc.es tanto que hasta escuchar a un Juez decirle al fiscal que defiende mejor al corrupto que el abogado defensor,increíble y como eso muchísimas cosas y la oposición peleándose entre ellos. Un abrazo
Pilar de Martín Arenas ha dicho que…
Buenos días.
Es triste, pero la realidad es tal y como usted la describe.
Mientras unos esconden la cabeza en la tierra como las avestruces, otros, en mi opinión la inmensa mayoría, son ranas dentro de cazuelas que poco a poco se van calentando hasta hervir.
A los que somos críticos y exponemos la putrefacción de este des-gobierno, nos llaman fachas y nos censuran e intentan silenciar.
Digo intentan, porque no lo consiguen por mucho empeño que pongan en ello.
Mi lema es Verdad, Justicia y Honor.
Viva España!
Anónimo ha dicho que…
Todo verdades. Leído desde fuera sin concocer la realidad que estamos viviendo, alguien diría… “no puede ser, está usted exagerando”. Pero no. Es así tal cual, hasta la última coma. Un desastre, una vergüenza.
Lo que está pasando en España y “no pasa nada”, no tiene nombre. Con una mínima parte de cualquiera de estos escándalos tendrían que convocarse elecciones. Pero “no pasa nada”.
Lo que yo nunca perdonaré es los nacionalistas vascos y catalanes de derechas, que han permitido y permiten esto, por intereses espurios contra España.
No sé cuándo ni cómo acabará esto pero puede que no acabe bien. O sí (Sánchez en la cárcel?), ojalá…
Marce ha dicho que…
Ojalá!!.

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