EL GRAN FELÓN, PUTIN Y VOX.

Son muchas las inquietudes que nos acechan. Seguimos viendo la corrupción sistémica de un desgobierno compuesto por una tropa de impresentables que, según las últimas noticias, no hacen sino acentuar aún más la panorámica de un PSOE putrefacto y en franca descomposición.

Cuántas veces dan ganas de tirar la toalla desesperadamente al comprobar que no hay ni una sola formación política, que vele de verdad por los intereses de la ciudadanía. 

Que me disculpen los militantes de cualquier partido que estén en ellos por convencimiento, honradez y buena voluntad.

Con los casos que estamos viendo de escándalos y abusos de todo tipo, colonización de instituciones, asalto de multinacionales con el dinero de todos los españoles para no dejar ni un solo resquicio de libertad, deberían haber sido más que suficientes para convocar varias manifestaciones como protesta ciudadana que, sin duda, hubieran tenido una repercusión internacional suficiente como para mostrar en un escaparte indiscutible, lo que sufrimos desde hace demasiado tiempo.

Vemos un desgobierno que, como siempre hace la izquierda, sabe hacer un turbio y macabro negocio con los muertos. 

Lo hemos comprobado, por desgracia demasiadas veces, cómo han sabido manejar magistralmente cualquier suceso evitando responsabilidades en los momentos claves, simplemente porque no han tenido enfrente una oposición sin miedo a las críticas. 

Así pasa desde tiempo inmemorial: 23-F, Prestige, 11-M, COVID y últimamente con la DANA en Valencia.

Vivimos una situación que si hubiese sido protagoniza por la derecha, el ambiente se hubiera vuelto irrespirable desde hace muchísimo tiempo.

Padecemos un grupo de malvados, sostenido por una nube de fanáticos que nos destruye como nación, nos arruina como clase media y nos vende al mejor postor por seguir en el poder, con el único afán de enriquecerse personalmente, así como sus amigos y parientes más próximos. Ejemplos, los que quieran.

En el vértice de esta amplia pirámide de ultrajes permanentes a los españoles está el Gran Felón, saturado de indignidad y oprobio, cada día más hundido y cada día más cerca de rendir cuentas ante un juez por tanta traición y podredumbre.

Sin embargo, y, a pesar de lo que estamos viendo, muchos nos preguntamos: ¿Hasta dónde será capaz de llegar, en ese camino lleno de traiciones e indignidades?

Ahora, ante la necesidad, impuesta por las circunstancias, en algo tan decisivo como es el aumento del presupuesto de Defensa, va a efectuar una ronda de consultas con los líderes de los partidos políticos.

Con todos menos con Vox, con el desprecio más profundo y antidemocrático a lo que decidieron más de tres millones de españoles representados dignamente en las Cortes. 

Conducta que retrata – por si lo habíamos olvidado - la catadura moral de este fantoche que, sin embargo, no tiene empacho, no ya en hablar, sino en rendirse a los que jalean y apoyan el terrorismo más abyecto, cruel e inhumano que ha representado la ETA.

Tampoco en ser manejado por Puigdemont como una marioneta, o como un trapo inmundo que estruja vilmente este separatista. 

Un golpista, a más inri racista, xenófobo y fugitivo de la justicia, a quien rinde una pleitesía que sonrojaría al bellaco más curtido.

Igualmente, parece ser que está maniobrando para no llevar el asunto del aumento del presupuesto de Defensa al Parlamento. 

No sorprende aunque es absolutamente intolerable. Vemos la postura natural del tirano, del cacique que ya avisó que gobernaría con o sin el Legislativo.

La conducta de este despreciable sátrapa, fanático avaricioso del pelotazo y de las ideas más delirantes y extremistas de la izquierda es, una vez más, reflejo de una personalidad fuera de sí y de la realidad de una nación, a la que ha instalado en la deriva más peligrosa y ruinosa de toda nuestra historia reciente.

Un Gran Felón que despreciaba las FAS y aseguraba que el Ministerio de Defensa no valía para nada, ahora cambia de opinión al carecer de principios, si exceptuamos el de plegarse sin límites a cualquier cosa para seguir ahí.

El cambio de paradigma, después de la postura última de EEUU ante la OTAN, ha supuesto un quebradero de cabeza para los países de la UE, por las implicaciones surgidas y por las consecuencias inmediatas que puedan tener en la guerra de Ucrania.

La UE dormitaba plácidamente, mientras otros pagaban la factura más alta de nuestra seguridad y, por supuesto, de nuestra irresponsabilidad.

Todo lo que hemos visto desde que comenzó la agresión y la invasión rusa a Ucrania, nación soberana, denominada por Putin “operación especial”, no es más que la continuación de la anterior anexión por las armas de la Península de Crimea en 2014, dadas las consecuencias prácticamente nulas que tuvieron para Rusia. 

EEUU y la UE decretaron sanciones ridículas por esta acción. Ucrania solamente recibió apoyo verbal…  la ONU, expresó un rechazo mayoritario y su proverbial incapacidad debido al veto que ejerció Rusia. 

Este episodio sin duda alguna alteró el equilibrio de poder en Europa del Este y puso de manifiesto las dificultades de mantener un orden internacional basado en la soberanía de las naciones.

Los mismos que mostraron su incapacidad para hacer frente a este primer tanteo de Putin, hoy se rasgan las vestiduras porque no atinan a plantar cara a un dictador sanguinario que persigue, elimina rivales políticos, masacra a periodistas y a sus propios ciudadanos cuando se atreven a opinar libremente sobre esta guerra. 

Uno de los argumentos empleados por los que se oponen al aumento de los presupuestos de Defensa, es la idea peregrina que asegura que el plan de los “ocultos en la sombra” es provocar una guerra de exterminio, donde los europeos desaparezcamos. Absurdo y delirante.

Hace mucho tiempo que los servicios de inteligencia de Rusia desplegaron sobre Europa las estrategias de una guerra híbrida impresionante. 

Una de sus principales tácticas ha consistido en ir minando poco a poco las conciencias de nuestra sociedad con unos resultados más que aceptables, visto lo visto. 

No ha sido difícil debido a la lasitud de los ideales que nos situaron en lugar preeminente en el conjunto de naciones, y que procedían de nuestra herencia griega, romana y cristiana. 

Esa abdicación de principios ha sido básica para que los métodos de desinformación permanentes hicieran su efecto. 

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Es fácil, se ha inculcado, desde hace mucho tiempo, que la vida debe obedecer únicamente al deseo del sujeto. Siendo esto más que suficiente para conseguir metas y fines, sean los que sean, postergando ciencia, lógica, esfuerzo y mérito. 

Alegando que no se puede frustrar ni ofender ninguna expectativa, por muy ficticia y extraña que ésta sea.

Una sociedad europea actualmente en el centro de una pinza formada por el neo marxismo del mundo woke, y la guerra híbrida en la que Putin es un experto y que ha logrado influir de mil maneras en la opinión pública, ya sea aliándose y asesorando separatistas, sobornado voluntades, creando sociedades extrañas, captación de personajes, o saboteando con ciberataques los sistemas informáticos de entidades importantes.

La máxima vuelve a repetirse: la historia que se ignora siempre se repite. 

En la actualidad observamos el mismo patrón de conducta en Putin que en la de Hitler cuando invadió los Sudetes checos. 

Anexión que no solo demostró sus planes de expandir el Tercer Reich, sino la debilidad moral de las potencias democráticas para detenerlo.

Propaganda y desinformación fueron y han sido determinantes; en ambos casos, como argumento, se habló y se aireó represión. La del gobierno checo en los años 30, y la del ucraniano en la actualidad.

Sería deseable que la historia no se repitiera, aunque muchos se rasguen las vestiduras diciendo que de continuar esa guerra puede desencadenarse un holocausto nuclear.

Todo muy bien engrasado por esas maniobras del Kremlin que, cómo no, tratan de parar por todos los medios la respuesta occidental a sus veleidades y deseos de reconstruir el imperio comunista de la URSS.

Como ocurre siempre con los tiranos, si no se le frena tomará esta actitud, no como un deseo de paz, sino como un signo de debilidad. 

La situación actual pilla a la UE en un instante de crisis económica debido a la ruinosa acción de los climatólogos y los extremo-ecologistas que, ya sabemos a favor de quién han trabajado y trabajan. 

¿Se podrá hacer frente al esfuerzo apropiado en materia de Defensa sin pedir sacrificios a la población civil? 

¿De dónde van a salir los recursos, si se continúa manteniendo la cadena interminable de chiringuitos inútiles y parasitarios que, como sanguijuelas succionan la economía, cuando no la sabotean directamente?

La izquierda, no importa su procedencia, siempre ha demostrado su bajeza moral. 

Baste recordar cómo en los prolegómenos de la invasión de Polonia, cuando Hitler y Stalin decidieron repartirse ese botín, los sindicatos europeos, sobre todo los franceses, estaban encantados con el mismo y jaleaban a Hitler.

Este recordatorio nos habla de con quién nos la estamos jugando, a quiénes estamos financiando de manera vergonzosa, y con quién están ahora los mismos, pase lo que pase.

Hoy, más que nunca, me viene a la memoria aquella máxima latina atribuida a Julio César: “si vis pacem, para bellum”, si quieres la paz prepárate para la guerra. 

Es lo que viene llamándose disuasión, "culpable" de evitar una nueva guerra mundial. 

Poco ha cambiado el mundo en este aspecto, en el caso, aún nada claro de que queramos defendernos.