RECOMPONER LA DEMOCRACIA.

La actualidad política contempla la repercusión internacional del reconocimiento por el Parlamento Español de Edmundo González como presidente electo de Venezuela, además del espaldarazo decisivo del Europeo en el mismo sentido.

Ambas cosas, sin duda alguna, deberían ser suficientes para que el Gobierno de España optara claramente por hacer lo mismo, sin embargo, elige la repugnante postura de negarse a ello repetidamente.

Algo que cada día deja más a las claras el miedo que tienen de irritar a los cabecillas de esa despiadada dictadura y que estos, a modo de venganza, hagan público asuntos que mostrarían a las claras el comportamiento corrupto y fuera de la ley de muchos socialistas.

Por no hablar del delito flagrante de recibir en la casa del embajador español a personas que tienen prohibida su estancia en el espacio Schengen, colaborando en el amedrentamiento y coacción contra el ganador de las elecciones del país hermano, sin que a estos vendepatrias les importe lo más mínimo este asunto grave y asombroso que indica bien a las claras con la clase de personajes que estamos tratando, a los que les importa un bledo la legalidad, dignidad y buen nombre de nuestra nación.

Por muchos asuntos que llamen nuestra atención por su importancia, repercusión y trascendencia, al final llegamos al mismo sitio: al Gran Felón y al engrudo espeso y repugnante en el que lleva chapoteando desde hace ya demasiado tiempo, lo único que le aturde y quita el sueño es el porvenir judicial que se les viene encima: a él, a la Catedrática y al músico.

Sólo por esos motivos continúa aferrado al cargo, tratando de ganar tiempo y usando, como propios, todos los recursos del Estado para defenderse, buscando y rebuscando saramas y anomalías con las que enturbiar la fama y nombre de los encargados de llevar a cabo las gestiones judiciales o de investigación de los casos que le cercan, ya sean jueces, agentes del orden o testigos incómodos.

El proyecto de censura de medios de comunicación travestido, cómo no, con la palabra democracia, tiene su origen en querer poner sordina, controlar y anular cualquier crítica e investigación contra sus intereses.

Se ha desplegado la cacería masiva, sin cuartel y en todos los frentes, tratando de esparcir fango – esa palabra de la que tanto abusan los socialistas – sobre personas, instituciones y entidades. Les vale todo, la orden es clara y contundente:

¡¡¡Salvad a la Catedrática y al Doctor, como sea!!!

El Gran Felón y su equipo de mandriles amaestrados pasarán como pasan las pesadillas y los malos sueños, pero al día siguiente de ese despertar se mostrará con toda crudeza y descarnadamente un paisaje yermo, roto y plagado de trampas, por el que será muy difícil transitar como sociedad democrática y organizada.

Quedará una larga, compleja y minuciosa tarea para tratar de hacer volver el equilibrio a tantas instituciones y organismos que han sido invadidos por la política de pillaje e invasión que el Gran Felón desplegó desde el minuto uno de su mandato, al modo y manera del peor cáncer metastásico en su obsesión totalitaria de ir socavando y tomando una a una, todas aquellas instituciones que podrían significar un control o contrapeso a sus felonías, infamias y traiciones. 

Se puede afirmar sin que nos equivoquemos que hemos sufrido  - todavía estamos padeciendo - la etapa más vil, dañina y vergonzosa de toda nuestra historia reciente, que nos ha situado a la cola de Europa en los índices peores de: cohesión nacional, economía, inmigración descontrolada, inseguridad ciudadana, okupación y pobreza.

Un daño que quizás en muchos aspectos sea ya irreparable, o bien será necesario mucho tiempo de labor paciente, constante y firme, para volver siquiera a acercarnos a lo que ya se ha destruido.

Desde recomponer las relaciones internacionales donde España es manejada como una marioneta por Marruecos, y siempre contra nuestros intereses; a la recuperación inmediata de relaciones diplomáticas con Argentina y la normalización absoluta con el estado de Israel.

Pero las preguntas surgen solas siempre que se tratan asuntos de este calado ¿Será la derecha capaz de darle la vuelta a esta desastrosa situación, o tendremos de nuevo que ver y sufrir la conducta apocada, pusilánime y cobarde de quienes teniendo en su mano ir recuperando la normalidad democrática, dudarán y titubearán, como siempre ha sucedido, y quedará todo absolutamente igual?

Para empezar ahí estarán los sindicatos y demás fuerzas de la extrema izquierda que, una vez pasada la conmoción primera de haber perdido el poder, al menor titubeo harán lo que mejor saben hacer: actuar con la irresponsabilidad propia de sus organizaciones apresurándose a enturbiar el ambiente y la convivencia, echando mano de la demagogia más espantosa, cínica e irracional.

Seguramente volveremos a ver en las ciudades tumultos y protestas, orquestados desde las sombras por los de siempre.

Llama la atención el silencio sepulcral actual, callados como tumbas, aun viendo que nos hundimos en el peor bache de los últimos tiempos.

Sin duda esa labor no será fácil y requerirá una postura firme y una mano tendida hacia la ciudadanía por los nuevos sacrificios que se les exigirán, recayendo en la clase política dar ejemplo en todos los aspectos, por lo cual, llegar a ver todo eso se me antoja difícil.

Difícil, muy difícil...