LOS REYES CATÓLICOS, UN REINADO QUE IMPRESIONÓ A EUROPA
En España padecemos una izquierda llena de complejos que actúa siempre revolviéndose contra su propia historia, señalando como enemigos que no soporta muchas de sus gestas, héroes y reinados.
Entre sus adversarios más destacados están los Reyes Católicos.
Un reinado y un periodo donde se ponen los cimientos y se construye el edificio de algo único y espectacular que asombró a Europa y, por ende, a todo el mundo conocido.
Protagonizaron una historia inigualable y construyeron las bases de un Imperio que llevó nuestra civilización, lengua, costumbres y religión a todo un continente.
Cosas que estos apátridas y furiosos hispanofóbicos ni olvidan ni perdonan.
Por si todo ello fuera poco, fueron los autores que remataron la Reconquista, palabra que ni tan siquiera son capaces de llamar por su nombre, seguramente por esa inclinación pro musulmana que la izquierda cultiva.
Llegados a este punto, creo que se hace necesario refrescar la memoria de profanos y olvidadizos.
Permítanme dar unas pinceladas básicas y elementales sobre lo que ha significado, a lo largo de todos los tiempos España, tal y como fue concebida desde las épocas más lejanas y profundas de nuestra Historia.
Recordemos sucintamente: Desde el principio de las crónicas, los pueblos íberos, celtas y celtíberos, fueron adquiriendo la idea de unidad bajo la dominación romana al convertirse Hispania en una de las provincias más importantes del Imperio.
Más tarde y con la invasión de los pueblos bárbaros, es con los godos con los que se consigue la unidad política peninsular.
Tras la invasión árabe, después de las primeras victorias cristianas y del afianzamiento del reino de León, la idea nacional unitaria empieza a ser sustituida curiosamente por la imperial.
Idea imperial que se gesta en la Alta Edad Media como expresión política en el carácter de emperador que ya se empezaba a atribuir al rey leonés, como superior jerárquico de los demás soberanos de España.
La “Salus Hispaniae”, que Alfonso III pone en boca de D. Pelayo en los momentos críticos de Covadonga.
Más adelante sobrevienen hechos históricos de suma importancia, uno de ellos fue el nacimiento del condado de Castilla en el siglo IX, siendo en sus principios vasallo de León.
Más tarde y ya en el S. XI se convierte en reino independiente. Es a partir de 1157 cuando después de situaciones y sucesos diversos, se une definitivamente a León formando un solo reino desde 1230.
Ambos llevarán el nombre de corona de Castilla.
Pero cuando en verdad todo comienza a perfilarse y a tomar forma, es en el momento en que los Reyes Católicos terminan la Reconquista, solucionando así el problema de la unidad geográfica y política.
Es una coyuntura decisiva para el devenir de España; Castilla recoge y asume lo que anteriormente proyectó y concibió León.
Sobre el enlace de Isabel y de Fernando mucho se ha escrito y seguramente se seguirá haciendo; sin embargo, no hay dudas sobre lo que la futura reina Isabel entreveía en la importancia del mismo - además de la trascendencia - para un futuro que se presentaba a pasos agigantados.
Su claridad de ideas, inteligencia y previsión, le llevó a rechazar muchas propuestas matrimoniales que llegaban desde Europa: las del príncipe de Viana, Carlos de Valois; Alfonso de Portugal o Ricardo III de Inglaterra.
El elegido fue precisamente D. Fernando de Aragón, rey de Sicilia, con el que gustosamente celebró su boda de forma discreta en Valladolid, no sin antes superar algún que otro obstáculo.
Curiosamente, trovadores y bardos reflejaban ese enlace. Era lo que prefería el pueblo en la voz del romance.
Es un gobierno mancomunado, moderno, con dos monarcas únicos en su responsabilidad personal y conjunta.
Por otro lado, Fernando de Aragón aportaba un reino con un magnífico poder naval, algo que necesitaba Isabel para taponar las frecuentes ayudas a los granadinos provenientes del norte de África.
Juan II de Aragón – padre de Fernando – tuvo también gran empeño en que se celebrara ese enlace; concebía la unión de Castilla y Aragón como el agrupamiento de la vieja división romana de Hispania: Ulterior y Citerior.
Realizada la unidad territorial pronto siguió la unidad política.
La izquierda trata de ignorar estos hechos y siempre está dispuesta a glosar la etapa de la dominación musulmana en España y les señala como creadores de arte, música, además de expertos en medicina, matemáticas, astrología, etc.
Sin quitar ningún mérito la civilización árabe llega a su esplendor en España. La escuela de traductores de Toledo y las de Córdoba trabajaban con escritos y documentos latinos, griegos, sirios, persas, egipcios, etc.
Muchísimos de ellos permanecieron, a buen recaudo, en los numerosos monasterios extendidos por toda la geografía hispana y, a pesar de sus individualidades de sabios y místicos, jamás disfrutaron de otra civilización que la prestada por los pueblos sometidos a su yugo.
Una prueba significativa de lo que aquí expongo, estriba en que una vez fuera y expulsados de España y ocupando parte del Magreb, poco a poco tal civilización se fue diluyendo y difuminando hasta llegar a la decadencia más absoluta. Las evidencias históricas no dejan lugar a dudas.
Se puede afirmar que, a pesar de los largos años de convivencia entre ambas civilizaciones, cuando salieron de Granada eran tan extraños e incompatibles con nuestra civilización europea, como prácticamente ocho siglos antes de entrar en España.
Desgraciadamente y pese a todos los datos históricos que se aporten, toda la “regrez” en su cerrilidad, sigue siendo enemiga de la unidad de España, de la civilización occidental y de las mayores gestas de nuestra Historia que combaten y odian rabiosamente.
Su afán por denigrar todo lo relacionado con ese momento espectacular y decisivo, como fue la forja definitiva y firme del nacimiento moderno de la nación española, es enfermiza.
Carecen de argumentos de peso y siempre han estado y están, a las órdenes de quienes los manejan, que no son otros que los enemigos seculares de España, los negrolegendarios, encabezados fundamentalmente por: Inglaterra, Francia, Holanda, y los USA, a los que se sumaron decididamente la extinta URSS y la actual Rusia de Putin.
Esa unidad de España geográfica y política, jamás ha querido decir uniformidad.
Una vez cimentadas las bases de la unidad política se engrandece aún más ese reinado con el descubrimiento de América. Una obra inigualable que dotó de una misma lengua, leyes, civilización y fe a la mayoría del Nuevo Continente.
A nuestros siempre queridos hermanos mejicanos, sólo hacerles algunas observaciones sin más ánimo que el de reconsiderar un par de argumentos:
Cuando lograron la independencia, la mayoría de sus ciudadanos disfrutaban de un nivel de vida superior al de muchas naciones europeas.
Sin embargo, y poco tiempo después perdieron más del 50% de su territorio, encontrándose California y Texas entre los más significativos, ricos en oro y petróleo aún sin explotar ¿Dónde fue toda la herencia recibida?
Entonces, las preguntas y reflexiones sinceras que deberían hacerse son éstas:
¿Qué hemos hecho hasta ahora y quiénes son los responsables de nuestra situación actual?
¿De verdad nos valen las patrañas de nuestros gobernantes que, para ocultar su inutilidad y no tener que asumir sus verdaderas responsabilidades desvían la atención culpando a España, cuando han transcurrido más de doscientos años de independencia?
¿Nos sigue valiendo esa propaganda mendaz?
¿Asumiremos de una vez nuestras propias responsabilidades?
Y, para concluir, puntualizar algunos detalles: la presencia de Cortés, en lo que se denominó Nueva España, además de salvarles de la antropofagia y liberarles de la esclavitud de los aztecas, su reinado de sangre, muerte y sumisión horrorosos, ayudado por totonacas, tlaxcaltecas, y centenares de cholultecas, hizo que en poco tiempo el virreinato se colocara a la cabeza de los más desarrollados y con mejor nivel de vida, por supuesto de América y de muchas naciones europeas.
Una proeza que se considera semejante a la protagonizada por Roma en su expansión por Europa, con la diferencia de que aquí el mestizaje se utilizó como motor y núcleo principal.
Se promulgaron leyes especiales que protegían a los indios como ciudadanos españoles y, que, desde el primer momento tenían los habitantes de los territorios que se iban incorporando a la corona española.
Sin duda para lograr ese desarrollo se pusieron las bases. Se construyeron carreteras, levantaron hospitales, colegios, universidades y catedrales, siendo muchos de ellos, hoy, Patrimonio de la Humanidad.
¿De verdad son incapaces de ver ese legado, único por muchos motivos?
Que hubo abusos y errores, sin duda, ¿en qué actividad humana no los hay?, para eso estaban las leyes que los corregían.
Por último, algo que es un hecho diferencial con el resto de potencias europeas que llegaron a América: España no fundó colonias, creó virreinatos.
Sus habitantes, todos: indios, mestizos, criollos y españoles, tenían los mismos derechos.
Es hora de terminar con esa leyenda negra que perjudica tanto a los españoles como a los pueblos hermanos de Hispanoamérica.
Comentarios
Y esta aversión a todo lo que es una idea de España se remata con la opinión sobre la tarea hispana en América, reduciéndola a una mera colonización plena de abusos que ya se ha demostrado que no es cierta, sino un modelo propagandístico de los tradicionales enemigos exteriores de España, particularmente los ingleses.
Es hora de acabar con la Leyenda Negra, y no solo en lo que se refiere a América.