HACIA LA MELANCOLÍA.

La pestilencia que emana desde la Moncloa es cada vez más sofocante. La sospecha constante de una corrupción descarada cubre de mugre todo este desgobierno de sectarios irracionales, principalmente a la cabeza del mismo. 

La conclusión es clara: serán capaces de la mayores vilezas e infamias para seguir en el poder y, desde ese lugar privilegiado, tratar de esquivar la acción de la Justicia.

Copado y encerrado en un sembrado de casos escandalosos, el Gran Felón se agarra con uñas y dientes a su cargo como única posibilidad de supervivencia, tal es el cúmulo de datos que cada día ceban, como si de un animal de engorde se tratase, a esta desgracia, a este escombro ético y a toda la turbamulta de ministros que le secundan sincronizadamente y que aún soportamos los españoles.

De todo lo que estamos viendo, lo que más sorprende es la velocidad con que estos sacacuartos han disparado todo tipo de arpones para pescar dádivas abundantes. La Moncloa, vergonzosamente, se ha convertido en un puerto franco donde arriban y hacen escala comisiones, mordidas, tráfico de influencias y untos varios a paletadas. Qué afán y qué velocidad por enriquecerse; que afán de manejar los recursos, que el Estado pone a disposición de Presidencia de Gobierno, como si de propiedades privadas o particulares se tratasen; que afán por copar los puestos clave de la Judicatura para sentirse a salvo de esos escamoteos, fraudes, abusos, coimas y trinques.

En el momento actual, atendiendo a las acciones y políticas del desgobierno del Gran Felón, lo que no es falencia es mentira, estafa, desatino o bordea descaradamente el delito. Asistimos, desde hace demasiado tiempo y al mismo tiempo, a la desmembración y ruina de España, por mor de un sujeto sin escrúpulos que ha colonizado todos los organismos que podrían frenar sus atropellos permanentes a las leyes y a los ciudadanos en general. 

Si los asuntos de la Catedrática son una novela por entregas, donde el Doctor es principal actor, algo que está claro desde el primer minuto, no le van a la zaga los del hermanísimo y su supuesta cónyuge. Menuda maraña de cargos, chanchullos, empleos, sueldos, puestos, puestecillos, casas, casoplones, áticos, pisos y un largo etc. Todo un dédalo de domicilios variados a fin de escamotear las gabelas a la Agencia Tributaria, pero eso sí, con las ventajas inherentes a cualquier ciudadano español. 

Ha pasado de poseer unos bienes medios, a contar con un capital impresionante, sobre todo por el brevísimo lapso de tiempo en que éste ha crecido.

Cada día es más evidente que esta recua de mindundis de medio pelo, han llegado a la política y al Gobierno con algunos objetivos muy claros, no siendo menor el de aprovecharse, a una velocidad sorprendente, de aquellos estamentos y disponibilidades que son propios del cargo; iniciando una serie de operaciones donde se cruzan sin descanso el tráfico de influencias y el choque de intereses oficiales y particulares; todos a favor de los que manejan estos hilos, procurando por todos los medios mantener su impunidad, aunque para ello tengan que romper definitivamente la Patria común, cediendo al fanatismo nacionalista, ya sea catalán o vasco, cualquier cosa, aunque suponga una conmoción para el buen discurrir de nuestra convivencia y leyes, pero que le sirven para continuar como jefe del Ejecutivo con las prerrogativas que ello trae consigo. 

Un Ejecutivo que ha dejado de lado el buen gobierno por su inoperancia en el Congreso. 

De verdadero escándalo la prórroga de los PGE pasados y sólo tres leyes aprobadas en esta legislatura. Si no se remedia, ocurrirá lo mismo con los próximos, cosa que a este infatuado personaje le dará igual, aunque cuando estaba en la oposición clamaba como un verraco en celo por el mismo asunto y exigía elecciones inmediatas.

Atornillado y soldado a su puesto - no para gobernar, eso le da igual - mueve las palancas para no dejar el momio y verse a salvo de tribunales y jueces molestos. Aunque está claro que él y todos sus ministros, en el que Bolaños no le irá a la zaga, tratarán de neutralizar los casos que le afecten directamente y que, a poco que se descuide, serán muchos más de los que quisiera reconocer. 

A este menester se emplearán a fondo y aprovecharán todas las triquiñuelas, faenas y trucos. Tocarán las teclas con las que presionar: amenazas, chantajes, coacciones, sobornos de distintas clases y un largo etc., todo para evitar que el Código Penal le dé de lleno.

Su objetivo principal es mantenerse en el poder, si hay que ceder impuestos y dejar al resto de comunidades en la ruina y, de paso subir una vez más los mismos se hace; si hay que inundar de dinero a sindicatos, asociaciones y demás parásitos que pululan como las moscas alrededor de la inmundicia, se hace, no pasa nada porque pagamos usted y yo, o sea, los de siempre.

Ante todo este cúmulo de barbaridades que no se remedian, la sociedad se ha dividido claramente en varios grupos diferenciados: amnésica, indiferente, fanática de izquierdas y consciente; siendo ésta última la mejor informada y la más sufrida que, de padecer y soportar los disparates permanentes de este Ejecutivo, viendo lo que día tras día nos acaece como nación, contemplando cómo los partidos de la oposición, en vez de tener la meta común de vencer a este fachendoso, se enfrentan entre ellos, puede decirse que está entrado en un proceso de melancolía crónico.

¿Hasta cuándo? Veremos, ya que en poco tiempo seremos testigos de cómo se desarrollan todos los asuntos de corrupción que han puesto sitio a la Catedrática, al Doctor, a su familia y a buena parte del partido, donde Ábalos, Koldo, el tito Berni y diferentes asuntos más, son muestra de una corrupción institucionalizada con la que hay que acabar por el bien de todos.

Para terminar, expresar de nuevo mi ánimo y solidaridad más profunda con el pueblo venezolano, con María Corina Machado y Edmundo González.

Poco pueden esperar del Gobierno de España, porque el caso Delcy planea sin cesar sobre este Ejecutivo, al igual que los asuntos turbios de Zapatero. Tienen mucho que ocultar y temer, de ahí ese silencio vergonzoso.

Ojalá sepamos pronto el porqué de ese mutismo tan significativo.