Artículo que publiqué en el diario digital Nuestra España en enero de 2023.
Son muchas las veces que estudiando Historia vemos naciones que entran en un bucle determinado del que les es muy difícil salir.
Un bucle perverso y al parecer sin solución por el que arrastran su historia, sus miserias y sus frustraciones.
España y desde las guerras carlistas parece ser de éstas.
A partir de 1996 vivimos un periodo de paz y prosperidad. Los más fecundos e importantes de nuestra democracia.
Sin embargo, esto no fue óbice para que, desde ZP a día de hoy, las fuerzas políticas de izquierdas estén dispuestas a tirar por la borda y de momento lo están logrando.
Esos años de prosperidad, eclipsados únicamente por los estertores y zarpazos últimos de la ETA.
Banda terrorista, asesina, racista y genocida que, durante el Gobierno de Aznar estuvo en un tris de claudicar definitivamente.
El malvado traidor, siempre avieso y perverso Zapatero le dio oxígeno y en el momento adecuado le aplicó una respiración asistida, algo nunca bien delimitado por la cantidad de traiciones, ventas, claudicaciones, sumisiones e ignominia, al que sometió al pueblo español en su conjunto.
Hoy, los mismos que estaban acorralados son los que manejan, a la limón con ERC, los hilos del títere monclovita, un personaje más siniestro aún que ZP, y que se ha hundido hasta el cuello en las vilezas mayores que vieron siglos.
Habrá que traer a colación la perversa y turbia historia del nacionalismo racista catalán y decir que, ERC en plena República, se erigió en el primer partido fascista imitador del de Mussolini, autor del golpe de Estado que proclamó una republiqueta de opereta que duró unas horas.
Algunos de los que huyeron – como Dencás - se refugiaron, cómo no, en la Italia de Mussolini.
Suele decirse que la historia que se ignora se repite. Después de ese golpe de Estado que Companys dio en 1934 proclamando el Estado Catalán y, una vez sofocado éste, los principales cabecillas, después de huir por las alcantarillas del palacio de la Generalidad, fueron detenidos, encarcelados, juzgados y condenados a diferentes penas de prisión.
Dos años más tarde fueron indultados por el Gobierno, incluido el propio Companys condenado a treinta años.
El razonamiento por manido y repetitivo hasta la náusea, y que nunca ha funcionado, mantenía la tesis de que, con esta maniobra se lograba contribuir a la paz social, a relajar el ambiente y se favorecía la convivencia entre españoles.
Hoy, desgraciadamente, volvemos a los mismos argumentos que preparan sin duda una nueva traición.
Conviene recordar el camino vil y desleal, absolutamente desligado de cualquier atisbo de corresponsabilidad y solidaridad con el resto de españoles, que ha caracterizado siempre a la burguesía catalana.
Una burguesía desbordada por una avaricia insaciable, un egoísmo legendario y un racismo y supremacismo no menos ignominioso.
Una especie de mafia regionalista que se ha distinguido, a través de todos los tiempos, por su voracidad, victimismo y egoísmo.
Sin otra ética que no fuera más allá que la de obtener ventajas respecto a las demás regiones españolas, a las que ha mirado por encima del hombro por esa supuesta superioridad racial.
El asunto viene de lejos. Juan II de Aragón tuvo que sofocar algunas algaradas de la nobleza catalana - que se disputaban privilegios - encargándose el propio rey de meter en cintura a los díscolos y de ofrecer ciertas prerrogativas a los leales.
De esa nobleza catalana, díscola y guerracivilista entre sí y, sin solución de continuidad, hemos pasado a los desafueros permanentes de su burguesía.
Siguiendo algunos pormenores históricos, Carlos III en el año 1765, concede autorización al puerto de Barcelona para comerciar directamente con las Antillas, periodo en el que alcanza un gran volumen la emigración catalana hacia Cuba y Puerto Rico.
Es en esos momentos cuando la trata de esclavos desde ese puerto, así como el tráfico entre África y Cuba dependía de forma prácticamente exclusiva de esclavistas catalanes.
Un negocio boyante que se incrementó de forma espectacular alrededor de 1789.
En España el decreto que prohibía la esclavitud fue hecho público por fin en 1837, al intentar – esa burguesía – por medio de presiones de todo tipo, maquinaciones y trabas, obstaculizar e impedir que el mismo fuese dado a conocer.
Al final éste se puso en marcha, sin embargo, las presiones dieron sus frutos logrando que quedaran excluidas del mismo las Antillas españolas, es decir, Cuba y Puerto Rico.
Recomiendo este libro: Martín Rodrigo y Alharilla (Universidad Pompeu Fabra), coautor y coeditor de Negreros y esclavos: Barcelona y la esclavitud atlántica (publicado por la editorial Icaria).
Y fue precisamente ese argumento, su lucha por la abolición de la esclavitud, el principal motor que movió al independentismo cubano para incrementar sus acciones.
Un independentismo que ya combatía en determinadas regiones mediante el método de guerrillas que, sin ser determinantes, sí que constituían un verdadero obstáculo para determinadas labores, como los del cultivo de caña de azúcar y tabaco.
Ese ambiente hizo que comercio, agricultura e industria cubanos, la mayoría propiedad de catalanes, sufrieran ciertos reveses.
Las presiones de esa burguesía catalana sobre el Gobierno para atajar esa rebelión fueron intensas y constantes, logrando la autorización de organizar desde Cataluña un batallón de voluntarios para combatir y hacer frente a los primeros focos rebeldes.
Zarparon desde Barcelona en 1869.
El Gobierno de Práxedes Sagasta interesado, como no, en frenar la insurrección que cada día era más importante, optó también por la solución política, dotando en el año 1897 a las provincias de ultramar en las Antillas, de sendos estatutos de autonomía y autogobierno: las Cartas Autonómicas de Cuba y Puerto Rico.
Joan Güell i Ferrer, y muchos otros destacados industriales se oponían desaforadamente a esa autonomía e hicieron una durísima crítica, no sólo contra el independentismo cubano, sino que también expresaron su oposición frontal a la concesión de dichos estatutos, llegando a calificarlos de injustificables y nocivos para los intereses, ¿españoles?
Lo que verdaderamente les movía a mantener esa oposición, no era otra cosa que el temor a perder sus privilegios coloniales, unos privilegios que consistían principalmente en el empleo de esclavos, que trabajaban en sus ingenios de tabaco y caña de azúcar.
Es en esos momentos – innegables y comprobables perfectamente - cuando vemos a los terratenientes e industriales catalanes manifestarse rabiosamente patrióticos, con un fervor devoto a España, desmesurado y más intenso que nunca, expresando con ahínco y vehemencia sus protestas y alborotos por los mencionados estatutos.
En el fondo, lo que verdaderamente subyacía era el temor a perder las ventajas de un mercado cautivo y exclusivo para sus productos manufacturados y, para la exclusiva “importación de mano de obra barata” desde África.
Continuando con ese carácter de obtención a toda costa de privilegios y canonjías, explotados durante muchísimos años, se llegó al arancel de Cánovas en 1891 que trataba de proteger la industria española, muy particularmente la industria textil catalana, proporcionándole un mercado en exclusiva y sin competencia exterior, por el que esa misma burguesía lograba de nuevo grandes ventajas para todas sus manufacturas.
En Cuba, a la prohibición de importar productos textiles de EEUU, contestó la potencia del norte cortando la exportación de azúcar cubano, apoyando además de distintas maneras, a los rebeldes.
Más recientemente el Arancel Cambó de 1922, similar al anterior, produjo los mismos efectos: un mercado cautivo español dependiente de muchos productos - no sólo textiles - de la industria catalana, consiguió que una buena parte de explotaciones fabriles similares de España fueran disminuyendo y arruinándose.
Hoy ponen trabas a la ampliación del puerto de Valencia, al igual que dinamitaron el trasvase del caudal sobrante de aguas del Ebro que se siguen arrojando al mar.
Es importante recordar que, en el año 1938 y en plena guerra civil, una representación de empresarios catalanes fue en peregrinación a Burgos, donde se encontraba el general Franco con el Gobierno Provisional.
Llegaron allí llorosos, rastreros, miserables, implorando de rodillas y suplicando al general que liberase pronto Cataluña y así podrían poner en marcha sus “fabriquetas” en honor al régimen.
Hoy, vemos a los nietos de aquellos arrastrados y cobardes plañideros, convertidos en los mayores enemigos de España. De náusea.
Comentarios
No creo que haga falta aclarar que no quiero generalizar y que muchos catalanes han dado ejemplos sobrados de patriotismo español en la Historia, pero esos representantes políticos que tienen ahora y que salen con excesiva frecuencia a la luz, ofrecen un lamentable retrato de mezquindad, egoísmo y podredumbre moral. Y en esa lamentable categoría incluyo, claro está, a su jerarquía eclesiástica quienes se pasan por el arco del triunfo el concepto de universalidad de la Religión que dicen practicar y predicar.
Nada más, amigo. De nuevo, muchas gracias por sus acertados comentarios que espero siga publicando. Reciba un cordial saludo,