EL ESPANTAJO TOTALITARIO.

Los presagios peores se han ido cumpliendo como una maldición, sin pausa alguna. La pesadilla más execrable y siniestra que temíamos pudiera presentarse y hacerse real en nuestras vidas, ha ido ganando etapas y nos tiene hoy apesadumbrados, inquietos; nos hace presagiar días de enfrentamiento, pérdida de libertades, ruina, división y duelo. 

No es de extrañar que el espantajo del totalitarismo recorra las instituciones españolas, puestas actualmente al servicio único y preferente de asestar a nuestra convivencia y a nuestro sistema constitucional el golpe de gracia definitivo. 

Da igual que sea ERC, Junts, Podemos o la Tucán; al Gran Felón todos le han perdido el respeto y campan a sus anchas al ser conscientes de su debilidad política. 

Nunca la presidencia de la Nación había estado en las manos de un ser tan enfermizo, fútil y despreciable, donde la felonía superlativa preside a la estupidez más rampante. Escoltada al mismo tiempo por una megalomanía de psiquiátrico y por un narcisismo maligno que se vuelca en su traición y odio permanentes a España, a sus leyes y a sus instituciones. 

No es que el Gran Felón esté dispuesto a arrasar con las normas y entidades que se opongan a sus planes de alta traición; no, hay que decir, vistos los antecedentes, que está dispuesto a cualquier cosa al carecer de un atisbo mínimo, ni siquiera rudimentario, del significado de las normas éticas o morales.

Este individuo se guía fundamentalmente por dos objetivos: obedecer al pie de la letra las consignas que le llegan de los que manejan la Agenda 2030. Planes totalitarios e impuestos que nadie ha votado. 

Absolutamente antidemocráticos, pero que se hacen cumplir perrunamente – cueste lo que cueste y estamos viendo las consecuencias - por lo más granado de los líderes europeos. 

El otro, permanecer en el poder a toda costa.

Somos muchos los que nos preguntamos ¿Cómo es posible que un psicópata, un ególatra fantasmón y petulante y sin otro mérito que despreciar permanentemente la Constitución, caminando íntimamente con lo peor de nuestra democracia que son sin duda alguna los amigos íntimos de la ETA, golpistas sediciosos y comunistas de diseño, haya podido acceder a la presidencia de un Gobierno que nos encamina a la disolución y al borrado de nuestros últimos cincuenta años? 

Un sujeto – por otra parte - que bate un récord personal de fracasos en las elecciones por sus derrotas continuas y permanentes.

 

Con las leyes sobre malversación y sedición desactivadas, España se ha convertido en un territorio ingobernable donde apandadores de diversa tendencia reman hacia sus intereses particulares dejando a su paso sólo ruina, desesperación y al mismo tiempo una cierta incredulidad y asombro.

Ahora para justificar la amnistía habla de España, como si a él le importara algo el solar patrio que ha traicionado y traiciona de forma contumaz y permanente.

Para ello y apoyado por Pumpido, piensa vestir al muñeco con mil disfraces diferentes para no alarmar demasiado, pero lo que subyacerá será una maniobra oculta que se salta el núcleo principal de la Constitución. 

Será de tal gravedad la promulgación de una amnistía que sobrará el referéndum.

 

No haría falta, porque aceptar tal disparate significaría que el Estado ha actuado cometiendo un gran delito, reconociéndose de facto el mismo y su resultado. 

Para convencer a la opinión pública está auxiliado por toda una división de pelagatos vociferantes, que lo mismo nos cuentan que los ricos riquísimos se van a ir a otro planeta cuando éste sea ya una ruina, que nos abroncan desde las tv pagadas y sobornadas con nuestros impuestos, si alguien trata de ir en contra de lo ordenado por ese sanedrín, encabezado por un consejo de Ministros, cuna de un nepotismo desbocado, y toda la retahíla de informantes ramplones y prescindibles que aplauden hasta con las orejas, sin el más mínimo atisbo de opinión personal, sólo vendidos y postrados de rodillas ante el poder de la izquierda, haga lo que haga, traicione lo que traicione y corrompa lo que corrompa.

Los mismos que hablaban de golpe de Estado en Cataluña; los mismos que decían que no era sedición el delito perpetrado sino una autentica rebelión – el Gran Felón entre ellos - hoy, asombrosamente hablan y peroran sin rubor alguno de poner fin al “conflicto político” desjudicializándolo. 

Es la distopía al capricho de este majadero, del megalómano ralo de vergüenza alguna, que lo mismo da un discurso alabando una cosa que a continuación la condena. 

Es el delirio en persona, es el narcisismo elevado a la enésima potencia de aquel que no le importa llenar de luto y miseria el solar patrio.

En sus planes malignos y despreciables están el privarnos de nuestra herencia de siglos - la nación española - una propiedad que heredamos de las generaciones anteriores y que, si las circunstancias no cambian, va a ser mutilada por el capricho ambicioso y delictivo de un obseso del poder. 

Aquí habrá que recordar a los despistados, faltos de memoria, indolentes y pasotas, que España entera es de TODOS los ciudadanos españoles, TODOS somos el sujeto político de la misma. 

Nadie, según nuestra Carta Magna, puede tomar unilateralmente una decisión que afecte al común de todos.

 

En pocas palabras: ningún ciudadano, sea cual sea su posición social o cargo, puede expropiarnos de lo que nos pertenece de pleno derecho.

Ante esta situación política de emergencia grave surgen algunas preguntas:

La primera ¿Hasta cuándo va a consentir la ciudadanía esta serie de agravios, de tomaduras de pelo, de traiciones, de venta de España sacando a subasta una de las naciones más importantes en la historia del mundo? 

Otra ¿El porqué hemos bajado los brazos y nos entregamos, de forma suicida y mansamente, a las ambiciones de este gran traidor, un maníaco que sólo piensa en saciar sus ansias desbocadas y enfermizas de poder?

Desde hace muchos meses estamos en caída libre hacia el abismo del totalitarismo, del comunismo.

Camuflado en mil siglas diferentes, pero que todas juntas forman un monstruoso conglomerado político y social, sinónimo de las mayores desgracias políticas, sociales y económicas.

Desgraciadamente padecemos un electorado en parte fútil y sonrojante; sin otro criterio que el emanado de las consignas y argumentos que provienen de la izquierda, digan lo que digan, y que obedecen perrunamente sin plantearse la más mínima consideración moral o ética. 

Esa parte del pueblo español que oscila entre la indolencia, la abulia y el pasotismo, ha perdido el impulso que es necesario para sentirse ciudadano de pleno derecho, dueño y señor de un país que hemos heredado y que se asienta sobre el trabajo, el sacrificio y la sangre de los que nos precedieron y que forjaron una historia milenaria y única. 

Llegados a este punto hay que reconocer que leyes y normas van a ser adulteradas.

Reglamentos, significados de palabras, argumentos o razones van a ser triturados y desprovistos de su verdadero alcance, para ello está el nuevo Ministerio de la Verdad que se encargará a través de los distintos medios de comunicación, cómplices necesarios y corresponsables absolutos de la catástrofe a la que nos dirigimos, de desvirtuar cualquier artículo de la Constitución acomodándolo al servicio del golpe de Estado en ciernes.

Cuando la libertad es sofocada y aplastada de esta forma; cuando se falsifican y cambian, por la puerta de atrás, y se anulan derechos de todos los españoles que somos el verdadero sujeto político de la nación; cuando los tribunales principales están al servicio del nuevo Régimen, y no defienden nuestra libertad y Constitución sólo queda una cosa: la calle.

Las manifestaciones pacíficas y masivas  serán lo único que podría entender este Ejecutivo: la movilización de una ciudadanía que no quiere resignarse a ser el sujeto pasivo de la disolución y descomposición de la Patria común, por la ambición de unos cuantos políticos de fortuna. 

La ciudadanía española debe responder en contra de esta lesa traición que nos arrojará a la ruina, a la desesperación y a la nada.

No sé qué esperan los partidos políticos de la derecha y el resto de asociaciones constitucionales para unirse sin complejo alguno y reaccionar adecuadamente para movilizar a sus bases, de norte a sur y de este a oeste. 

O se actúa con rapidez y eficacia, o cuando quieran reaccionar será demasiado tarde.