FECHA CLAVE. 23-J.

 

Van transcurriendo, entre pesados y calurosos, los días de un mes de julio esperanzador. Se suceden con cierta monotonía y amparan en sí la ilusión y el deseo perentorio de muchos de desprendernos, para siempre, del peor Gobierno que jamás hubiésemos podido imaginar.

Gobierno que, siguiendo una tradición histórica del socialismo, los casos de corrupción – tito Berni – han continuado, eso sí, eclipsados inmediatamente y desplazados por cebos de desorientación y silencio. 

Han menudeado los desastres legislativos; las humillaciones más infames a las víctimas del terrorismo y a los españoles que soportan heroicamente, la dictadura supremacista en Cataluña de los partidos nacionalistas racistas, corruptos y totalitarios; las promesas populistas y demagógicas más chabacanas y dispersas – pisos, gratis total, gratis, gratis... cheques y un largo etc., palabras sin credibilidad alguna y que no tienen más alcance - además de la subida incesante de impuestos y de los artículos básicos de alimentación, dada la gestión nefasta de este grupo de ganapanes de la política que, aún a nuestro pesar, forman el actual y calamitoso Consejo de Ministros, donde un nepotismo jamás visto campea a sus anchas. 

Por tanto, una llama verdadera de esperanza ha brotado en todos los españoles a partir de las elecciones pasadas; sobre todo si los partidos de la derecha vuelven sus argumentos contra el verdadero enemigo a batir y, en su pugna por llevarse a su terreno al electorado afín, no se perjudican mutuamente. 

Ese anhelo sigue abriéndose paso al contemplar diariamente a un presidente de Gobierno desgastado, omnipresente y quemado que, lejos de cambiar el argumentario en sus comparecencias, despliega su repertorio de mentiras crónicas, exuberantes y constantes, algo que ya no sorprende a nadie.

En los últimos días hemos visto a un personaje sobrepasado que ha mostrado su estilo de autócrata caciquil, mezclando los gestos de doncella ofendida y el cinismo e hipocresía del sociópata desbordado. 

Ha entrado en un estado delirante en el que es incapaz de afrontar la realidad, sobre todo si el formato está lejos de las entrevistas preparadas a que tan aficionado es el inquilino mendaz de la Moncloa. 

Y, aunque en sus respuestas opta siempre por los datos falsos, la negación de la evidencia y la huida argumental disfrazada de benevolencia o de error de interpretación, victimizándose de paso, algo que lleva ensayando durante toda esta campaña, ya no cuela en el espectador medio.

En el fondo, es un plan consciente destinado a seguidores fanáticos y a militantes incondicionales que, pase lo que pase, entregarán su voto invariablemente a quien presida el partido. Da igual que sea este menesteroso moral u otro cualquiera.

Un presidente que nos ha convocado a elecciones - después del bofetón sufrido en las autonómicas y municipales - en el peor momento posible, con media España de vacaciones y en un tiempo en el que se pronostican temperaturas insoportablemente altas.

Posiblemente mantiene la esperanza de que la abstención constituya una de sus bazas más importantes para no salir despedido de la política nacional y, quizás, internacional.

Otro castigo – ojalá sea el último – de este impresentable al que todo le da igual, todo menos su persona. Con esta maniobra ha pretendido salvar la tormenta interna que se le venía encima tras su debacle electoral.  

Las elecciones anteriores fueron diseñadas como un plebiscito personal y, tras esa derrota humillante y sonada optó, en su desesperación, por la huida hacia adelante. Ahora vuelve a las andadas como protagonista televisivo, en una serie, que más parece una telenovela venezolana que una campaña electoral.

Pero cuidado, si los votantes de derechas se desentiende en lo más mínimo, o flaquean a la hora de expresar su voluntad, nos podemos encontrar con la desagradabilísima sorpresa de que, los mismos desechos electorales de la legislatura pasada, le aúpen de nuevo y volvamos a padecer otro Gobierno Frankenstein; algo que sería la puntilla definitiva para nuestro modo de vida y para la nación entera. 

 Debemos ser conscientes, a la hora de votar, que estamos ante una auténtica emergencia nacional.

Hay que repetir lo que se hizo el 28-M para echar de una vez, con nuestros votos, al personaje más pernicioso que nos ha desgobernado ya durante demasiado tiempo.

En su desesperación en estos días está sacando a la palestra sus fuerzas de reserva: sindicalistas, comegambas profesionales, titiriteros varios y todo ese conglomerado de “intelectuales”, los sempiternos “abajofirmantes”. 

Muy mal le deben de ir en las encuestas – las de verdad - para echar mano de unos personajes decadentes y desprestigiados hasta la saciedad.

Si logramos su derrota no habrá lugar donde pueda ser recibido, ni sitio en el que no se le siga mostrando aversión, tal es el rastro que ha dejado este mascarón de proa de cartón piedra.

Ocurrirá igual en su propio partido por el desastre al que ya les ha precipitado.

Mantengamos la esperanza que, a pesar de los pronósticos de Tezanos el malversador, o de cualquier otra encuesta pagada por la Moncloa, los resultados sean los peores de la historia del PSOE. 

Aún por debajo de las del infausto, necio, panoli y mefistofélico Zapatero.

Todavía debemos tener presente que, durante estos años de propaganda asfixiante, oscuridad y ocultación permanente de la realidad - por parte de sus voceros que son muchos - no ha habido ley que no haya violentado, voluntad que no haya humillado, ni favor que no haya otorgado a los herederos de la ETA, golpistas y comunistas.

Cuando pienso en el detrimento ocasionado a todos los españoles y a la nación entera, me vienen inevitablemente a la memoria aquellos versos inmortales del Don Juan Tenorio de Zorrilla:

 "Por donde quiera que fui,

la razón atropellé,

la virtud escarnecí,

a la justicia burlé,

y a las mujeres vendí.

Yo a las cabañas bajé,

yo a los palacios subí,

yo los claustros escalé,

y en todas partes dejé

memoria amarga de mí".

 

Sí, “a las mujeres vendí”. 

¿Qué es si no la Ley del sí es sí, aprobada colegiadamente en un Consejo de Ministros presido por el malvado Antonio? 

Otra burla aciaga y dolorosa a esas víctimas que han sufrido en sus carnes violaciones y malos tratos, que ven diariamente reducidas las penas de sus agresores y su puesta en libertad al acortarse las condenas de muchos de sus agresores.

Hemos vivido, estamos viviendo aún, una época de las más lóbregas de nuestra democracia y en la que cualquier conducta punible de este personaje ha sido incluida - para hurtarnos a los ciudadanos el control - en la Ley de Secretos Oficiales, ya sean los viajes particulares en Falcon o los chollos otorgados a sus amiguetes y familiares.

Esto que a día de hoy parece una obviedad, y que a algunos les puede parecer repetitivo no hay que cansarse de recordarlo todos los días y cada vez que haya ocasión, para tratar de compensar de alguna manera, el agobio incesante y permanente de la propaganda gubernamental que, en cualquier momento y por negar, negará que es de día a plena luz del sol.