LA EXCEPCIÓN ESPAÑOLA.

 

Hace muchos años la expresión, “España es diferente”, fue el lema que se puso de moda en todas las agencias de viaje españolas que pululaban por Europa, y que encabezaba los carteles que mostraban nuestros paisajes. Fue un gran éxito.  

Y, Europa nos miró asombrada. 

La propaganda miserable del comunismo por aquellos años – financiada, cómo no por la URSS -  trataba por todos los medios de hundirnos  -  el PSOE, ni estaba ni se le esperaba -  como venganza por haber perdido una guerra que buscaron y provocaron. 

También en Francia, Alemania, España o Italia, dirigían todas las algaradas y manifestaciones de pacifistas, ecologistas, huelguistas diversos y que remataron con la frustrante revolución del mayo francés del 68, dicho sea de paso, todo un experimento sociológico.

Habían dibujado miserablemente una España distorsionada y muy lejos de la realidad. Una nueva leyenda negra donde las mujeres todavía llevaban la navaja en la liga, y los hombres iban vestidos de toreros por las calles. Sin embargo, se encontraron con una nación en marcha que funcionaba y que iniciaba un periodo de desarrollo histórico: repoblación forestal, industria, centrales eléctricas y nucleares, altos hornos, astilleros, miles de viviendas sociales y una infraestructura turística naciente que se convertiría en el sector que más riqueza iba a aportar a la economía española.

Descubrieron nuestros paisajes, sus gentes, su cocina, sus costumbres, el clima, todos les daban la bienvenida con una actitud donde se mezclaban cierta admiración paleta, curiosidad y asombro: venían de la Europa de las naciones “avanzadas”. De aquellas que el Plan Marshall había transformado, al inyectarles una riada de millones de dólares en muy poco tiempo, en verdaderas potencias, condenando al aislamiento más cruel y miserable a la nuestra. 

Sin embargo, dimos una lección al mundo, no iba a ser la única, luego en la Transición los españoles también supimos estar a la altura que de nosotros se esperaba.

Hoy, por desgracia, España también es diferente  - aunque por distintos motivos. 

 

En muy pocos años hemos experimentado un retroceso en libertades, economía, seguridad jurídica y un deterioro permanente de la convivencia. Una regresión como nadie se habría podido imaginar. 

ZP, sembró la cizaña y los “regresistas” la han cultivado con esmero. 

Todos los días vemos el sufrimiento injustísimo de las víctimas de los okupas clamando soluciones urgentes que el desgobierno ignora. Bandas juveniles asolan las noches de las principales ciudades. Nos hemos convertido en pocos años en el paraíso de la delincuencia. Aquí es muy barato delinquir y, en nada, paradójicamente, se penará más a quien regañe a un perro, que al que maltrate a un niño. 

El último ejemplo lo tenemos en la manida Ley del “sí, es sí”, gracias a la ineptitud y arrogancia del “regresismo” de una izquierda a la que le sobran soberbia y demagogia y le falta preparación.

El caos penal que estamos viviendo hoy, jamás se hubiera llegado a producir si los autores de tal fechoría, el desgobierno en pleno, hubiesen tenido en cuenta los controles e informes previos a cualquier modificación legislativa. Lo peor es que la puesta en libertad de abusadores sexuales y pederastas aún no ha terminado, además de permitir a los futuros delincuentes un horizonte penal muchísimo más asumible. Si eso no es una invitación y un estímulo al delito, ya me dirán cómo se llama.

De paso y para no perder tiempo se anulan leyes donde usar dinero público, para fines distintos a los oficiales, ya no se considere delito o al menos no tan punible como hasta ahora. Con esa modificación los golpistas catalanes no solamente se irán de rositas, sino que se les anima a repetir la jugada, además de reintegrarles las fianzas depositadas. La revisión inmediata de miles de sentencias es otra consecuencia negativa de tal disparate. Una de las más graves, a verificar de nuevo, será  la de los ERES de Andalucía, donde fueron condenados decenas de socialistas, con lo cual y de paso, la libertad de Griñán quizás esté de camino. 

Se ha despenalizado el delito de sedición, transformándolo en desórdenes públicos agravados. Esto es de una irresponsabilidad tal, que no tiene paragón en toda nuestra historia. En nada y cambiándose de nombre, se organizarán referendos en Cataluña y Vascongadas travestidos con otras denominaciones. 

Se están anulando y trasformando leyes para dejarnos inermes ante el peor delito que puede permitir un Estado, que es el de la fragmentación irremediable de su territorio. Todos estos dislates son apoyados por el Fake monclovita, marioneta, cuyos hilos mueven a capricho golpistas y proetarras. Un autócrata fantasmón, narcisista y psicópata, mezcla entre cacique bolivariano y oligarca ruso, siempre de rodillas y atento a satisfacer las exigencias de los que le aprueban los presupuestos y demás barbaridades habituales.

De un tiempo a esta parte, sin excepción, cualquier reforma legislativa se ha hecho siempre a medida del separatismo, del golpismo catalán y de los peores delincuentes.

Es una falacia mayúscula decir que hay que homologar las penas de sedición con las de nuestros vecinos, pero el desgobierno y sus ministros siguen recurriendo a la mentira, a la fabulación y al cinismo, tratando de ocultar tal desatino. 

EJEMPLOS EUROPEOS

           

En su talibanismo recalcitrante y envilecimiento permanente, mienten sin inmutarse, mienten como respiran y de forma tan natural que da la sensación de que para toda esa piara de políticos, hozadores en el estiércol de la maldad, el engaño, la ocultación y el disfraz miserable, es su forma natural de vivir, mientras nos hunden social, económica e institucionalmente.

Están sonando todas las alarmas, atruenan y nos inquietan ante la gravedad de los hechos que estamos viviendo, sobre todo en los últimos días. La estructura del Estado se deshilacha y desfleca en manos de un vendedor de mantas que subasta al mejor postor nuestra unidad, historia, dignidad y tradiciones, un mamarracho traidor, monigote de los enemigos de España, surgido como un hongo venenoso que nos arrastra sin pausas, día tras día, a la disolución y al enfrentamiento, es muy difícil superar tanta maldad e ignominia.

La derecha debe de entender de una vez que la ciudadanía, en estos momentos, le exige unidad de acción. Es incomprensible pensar que sea incapaz de coordinarse para tratar de frenar esta deriva disolvente. 

Si no, en poco tiempo pagaremos todos las consecuencias, mejor dicho, ya las estamos pagando; de seguir así en nada, la Constitución será papel mojado.