SANCHISMO Y DEGENERACIÓN.

El balance que nos dejan los más de siete años que llevamos de sanchismo, no puede ser más desolador.

Desde el minuto uno hemos padecido un personaje que ha roto todos aquellos principios que formaban su programa electoral, y que no eran otra cosa que vulgares mentiras y añagazas para llegar al poder de la forma más ruin, torticera y ramplona.

Sólo había una cosa en su cabeza: hacerse con el poder para ir después desarrollando su poder totalitario. 

Totalitarismo que se ha mostrado sin tapujos en su afán de colonizar y parasitar todas aquellas instituciones que sirven para definir un sistema político de contrapesos y, donde la igualdad de las leyes para todos y por encima de cualquier cargo, acontecimiento o deseo del poder, es la norma que debe regir, ya que, constituyen la garantían de la verdadera libertad que va unida, cómo no, a la propiedad privada.

Nos encontramos sin duda alguna ante una verdadera degeneración política y democrática. 

Estamos padeciendo y soportando un desgobierno comunista-golpista, que nos ha llevado a una situación económica, social e institucional de las peores de nuestra reciente historia, además de azuzar de forma permanente a un enfrentamiento social – "dentro del muro y fuera" – que seguirá aumentando cada día que pase. 

La izquierda es maestra en crispar el ambiente y aprovechar esta circunstancia de forma impecable. 

Así lo hemos vivido en nuestro reciente pasado democrático las veces que el PSOE ha tratado, bien de conservar el poder, o de acceder a él:

Recordemos tres momentos: 

1º.- Después del 23-F; cuando, aprovechando la alarma vivida y las centenares de manifestaciones que siguieron logran desbancar, en las elecciones posteriores, al Gobierno de la UCD.

2º.- Después de los atentados del 11-M; el PSOE vuelve a ganar unas elecciones con el luciferino Zapatero, tras ser cercadas y atacadas las sedes del PP y con Rubalcaba saltándose a la torera la jornada de reflexión.

3º.- En la moción de censura; tras la que este patán y enfermo mental llega al poder, tras la manipulación del juez De Prada en el texto de una sentencia que no correspondía a los hechos expuestos en ese momento. 

Como hecho insólito hay que recordar la inacción de Mariano Rajoy, al no impedir la misma disolviendo las Cortes, y convocando elecciones. 

Quizás, algún día, tendría que explicar el porqué.

Todas las maniobras de este Ejecutivo nos llevan a una pérdida de derechos constante y a un empobrecimiento de la clase media.

Hemos alcanzado un verdadero récord en pobreza infantil, un déficit desbocado, y un paro que no deja de aumentar.

Vemos una juventud que pasa penurias increíbles para iniciar su independencia, al serle imposible la adquisición de una vivienda o alquiler. 

Problema que aumentó desde el mismo instante en que la izquierda, en su afán controlador, intervino los alquileres y se desentendió del problema gravísimo que supone la ocupación. 

Todas esas decisiones propiciaron la retirada cientos de pisos del mercado. 

Al disminuir la oferta y no bajar la demanda de viviendas, ocurrió lo que cualquier economista sabe: subida brutal de los precios. 

A todos estos problemas, realmente graves y que socaban nuestra sociedad, se añade el asunto de una inmigración descontrolada con un efecto llamada imparable.

Caos inmigratorio que vuelve irreconocibles muchas de nuestras ciudades y pueblos, en los que inseguridad y ocupación aumentan sin parar.

El Estado, que teóricamente debe velar por el bien de toda la ciudadanía, abdica de sus obligaciones permanentemente ante cualquier situación de emergencia.

Lo hemos visto en asuntos como: inmigración, Dana, incendios, o apagón general. 

Donde todo, según Sánchez y su coro de ministros, es culpa del cambio climático, convirtiéndose éste en el bálsamo de Fierabrás y en la explicación progre de los males que nos aquejan.

Respecto a la Dana y a la situación criminal con que obró este desgobierno, muchos se hacen la pregunta de cómo el presidente de una nación puede actuar de forma tan malévolamente calculada y canallesca, habiendo podido poner en marcha desde el primer minuto, todos los medios del Estado para auxiliar a los que estaban viviendo esa tragedia.

Es conocido que en Valencia se encuentran varias bases militares; sin embargo, se optó por acuartelar a sus componentes en vez de ser enviados a paliar la tragedia que estaban viendo. 

Negar ese auxilio urgente a unos ciudadanos que están pereciendo ahogados y sepultados por toneladas de barro, teniendo recursos suficientes que, si se hubieran puesto en marcha en tiempo y forma hubieran salvado muchísimas vidas, es un acto criminal que no admite discusión.

Mazón, por no estar en su momento donde exigía la situación debe de dimitir, pero Sánchez, Margarita Robles y Teresa Ribera por sus actuaciones dolosas, deben ser llevados ante un juez.

La oposición en bloque, un día sí y otro también, debería incidir en este grave y doloroso asunto. Si no se obra así con este suceso tan grave, no sé qué otra cosa tendría que ocurrir para hacerlo.

Si nos zarandea otro desastre y, con este gafe hay muchas posibilidades de que esto vuelva a ocurrir, veremos de nuevo las víctimas que ocasionan la falta de previsión y la nula asunción de responsabilidades.

Seremos testigos de comparecencias tardías, inexactas y demagógicas, donde no faltarán las consabidas palabras que reflejan la personalidad psicopática, estúpida y narcisista de Sánchez. 

Las frases de: “si quieren ayuda que la pidan”, “yo estoy bien” o, “son las cinco y no he comido”, retratan perfectamente la catadura moral de quien las pronunció.

No va a pararse ante nada y ya empieza la izquierda, ante el temor a perder el poder, a engrasar su máquina de agitación y propaganda.

Una izquierda que manda en todos los estamos de la sociedad. 

Para afirmar lo que digo ahí están los sucesos diarios: se impide y agrede a periodistas dar conferencias en cualquier universidad; se hacen listas negras de actores y artistas no adeptos al régimen; los medios de comunicación audiovisuales están sometidos a esa dictadura y pocos osan salirse del camino de lo “políticamente correcto”. La autocensura en los medios es brutal. 

Mientras tanto, la derecha es incapaz de ponerse de acuerdo para echar a Sánchez de La Moncloa. 

En estas líneas son muchas las veces que he llamado a un entendimiento de esas fuerzas para echar a Sánchez, verdadero enemigo público número uno de toda la ciudadanía. 

Crujen las cuadernas de esta nave centenaria que están tratando de hundir, lo lograrán si no hay una maniobra coordinada de unión de la oposición que, de momento, sigue enfrentada. 

Quizás aún no son conscientes de que en las próximas elecciones nos lo jugamos todo a una carta, sólo tenemos una oportunidad.

De ganar de nuevo el grupo Frankenstein, estaremos condenados a la ruina y a vivir bajo la bota del totalitarismo.

Si la derecha no fija un enemigo común, serán responsables de la fragmentación primero, y de la desaparición después, de esta nación a la que dicen servir.