LA GUERRA NUCLEAR DE SÁNCHEZ.

En España empiezan a sonar todas las alarmas. Padecemos un Gobierno infame, encabezado por un personaje que ha entrado en pánico al no ser capaz - de momento - de frenar los procesos judiciales que por corrupción le atosigan. 

Lo está intentado por todos los medios. Cuenta aún con bazas muy importantes para neutralizar las acusaciones que se le vienen encima: la Ley Bolaños, las acciones de Álvaro García Ortiz, y la inefable y permanente labor de Conde-Pumpido.

Mientras tanto, somos víctimas y testigos de las maniobras desesperadas de un psicópata que trata de desviar la atención de los ciudadanos de forma irresponsable. Para lograr sus fines le vale cualquier cosa, incluso los despropósitos más escandalosos y desvariados.

Para ello en las últimas semanas ha elevado imprudentemente su apuesta echando mano de acciones cuyas consecuencias repercutirán en el prestigio de España en el concierto internacional y, que, además, zarandean nuestra estabilidad democrática.

Un individuo que ha llegado hasta la presidencia de Gobierno usando los caminos y vericuetos más indignos e inmorales y, que, ahora mismo, se sostiene gracias a los votos de proetarras, un prófugo de la justicia, y de los racistas más xenófobos y radicales.

Respecto a los sucesos acaecidos en Madrid en la etapa final de la Vuelta Ciclista a España, está claro que podían haber convivido perfectamente las manifestaciones propalestinas, con el desarrollo normal de la Vuelta si éstas hubieran discurrido de forma democrática y sin violencia. Hubiera sido un ejemplo claro de libertad en la discrepancia. 

Algo imposible con un Gobierno presidido por un sátrapa indigno e innoble. 

Nunca, un presidente había alentado a inflingir la ley, y a infligir la convivencia, congratulándose por la violencia perpetrada por los manifestantes - veintidós policías heridos - y muy satisfecho con los sucesos acaecidos.

Todo el desgobierno ha considerado un triunfo lo ocurrido en la etapa final de la Vuelta a España. Un test que le puede animar a seguir con esa política, suicida y desquiciada, de enfrentar al pueblo español para desviar la atención ciudadana de los asuntos que le cercan.

Se supone que los Gobiernos están para proteger la convivencia pacífica, respetar las leyes y todas las opciones democráticas, para que cada grupo o individuo las ejerzan libremente.

Su obsesión enfermiza por vengarse de Madrid y de los madrileños, que le negaron el voto, le llevará a boicotear cualquier acontecimiento deportivo o cultural que vaya a celebrarse en la capital en los próximos meses.

Si en la Segunda República el Frente Popular dinamitó y torpedeó la misma, ahora éste, con otro Frente Popular escoltado por Bildu, comunistas y golpistas varios, está haciendo lo mismo con nuestra democracia. 

La conducta irresponsable y extrema de Sánchez le acerca a Largo Caballero y, ya sabemos cómo acabó aquello.

La disculpa ha sido la participación de corredores israelíes, pero da igual, la siguiente puede ser cualquier otra cosa que, a esta izquierda, instalada desde ZP en el guerra-civilismo, le venga bien para llevar adelante cualquier sabotaje que sirva a sus fines, no digamos si, además, es Madrid la comunidad agredida, obsesión patológica - una más - de este irresponsable enfermo de odio y de miedo.

Días antes y de forma sorpresiva – con la misma intención de desviar la atención sobre la comparecencia ante el juez de Begoña - amenazaba a Israel, manifestando que España no puede intervenir para detener la guerra en Gaza porque no posee el arma nuclear. Insólito, grotesco, y nueva huida de la realidad a la desesperada.

Desde que le estallaron en la cara los casos de la Catedrática y de su hermano se ha instalado en una deriva muy peligrosa. Ya sabíamos que este individuo era capaz de cualquier cosa, síntomas claros había dado más que suficientes. 

Dada la relación numerosa de citas judiciales que le esperan en los próximos meses, se puede intuir que no va a parar en su estrategia cainita de enfrentar a los españoles en beneficio propio.  

Si lo planeado para sabotear el final de la Vuelta a España le salió bien, podemos esperar más acontecimientos similares, sobre todo conforme se vayan acercando fechas claves en el devenir judicial de este espécimen que habita en La Moncloa.

Ha desaparecido del concierto europeo. Nadie se fía de este sujeto que nos ha precipitado hacia la irrelevancia internacional y a los últimos puestos en bienestar social. 

Durante su mandato todo, absolutamente todo, se ha ido deteriorando, ya se trate de economía, paro, inflación, carreteras, trenes, correos, sanidad, educación, delincuencia, convivencia ciudadana y, una inmigración descontrolada, con nacionalizaciones masivas, que después serán votos cautivos. 

La calidad democrática y el nivel de vida que disfrutábamos se ha ido difuminando. Sigue una deriva a la baja, acercándose cada día más a aquellos países donde vivir es mucho más complicado.

Si antes el comodín, para tapar sus desafueros, se centraba en Franco, ahora parece que le ha tocado el turno – al perder efectividad este viejísimo y manoseado truco - a Israel.

Hace tiempo que nadie nos gobierna, hace tiempo que la única y verdadera preocupación de este pájaro es poner a buen recaudo sus recursos personales, y librarse de los procesos judiciales que le atosigan.

Si para ocultar en parte sus apuros judiciales nos tiene que llevar al enfrentamiento social, lo intentará. Esbirros no le van a faltar.

He leído en algún sitio que: "lo peor de Sánchez todavía no lo hemos visto". Si es así, es para estar alarmados.