¿DÓNDE ESTÁ LA OPOSICIÓN?

Actualizado: 22/01/2025 a las 12:30 horas.

Pues sí, ¿dónde está la oposición? Porque salvo las honrosas excepciones que todos conocemos en algún parlamento regional, en el español o en la UE, parece que dormita en uno de los momentos más delicados por los que está pasando nuestra democracia. 

Una situación en la que el tiranuelo monclovita pretende cambiar leyes y normas, para librase del banquillo y hacerse con el poder por tiempo indefinido.

Y es que a veces da la sensación de que la derecha, tanto PP como VOX, aún no se percatan de con quién nos la estamos jugando y de qué va el asunto. 

Es imprescindible que, de una vez por todas, dejen los personalismos y dispersión de argumentos para aúnar estrategias y fuerzas en contra del enemigo común. 

Muchos ciudadanos ven que los que tienen el deber de dar la batalla diaria lo hacen solo esporádicamente, pensando que algún que otro voto de la izquierda les va a caer si muestran esos complejos congénitos que nos están llevando, por inanición, a un final sin retorno. 

En otro orden de cosas tienen el deber de movilizar y animar a su electorado. Sin embargo, al ser el problema muy complejo, no sólo se va a solucionar con manifestaciones más o menos multitudinarias que, aunque sean imprescindibles no serán suficientes. 

Eso sí, serán el escaparate de un estado de opinión ante toda la UE que, de otra forma, pudiera pasar desapercibido.

La derecha tiene que esforzarse en la pugna argumental y manejar múltiples escenarios sin escatimar esfuerzos, palabras ni explicaciones. 

Las mismas tienen que resonar diariamente en el Parlamento Español y en el Europeo, además de convocar ruedas de prensa internacionales donde denunciar el peligro que se cierne sobre todos si no se frenan las maniobras totalitarias en marcha.

Actuar sin los complejos ya consabidos y desmontar las críticas que inmediatamente vendrán de toda la izquierda, en las que se les acusará de estar tensionando el ambiente, o de emprender una maniobra orquestada por la extrema derecha, aunque ellos no tengan ningún empacho de pactar cualquier cosa con la extrema, extrema izquierda. 

Que al Gran Felón le estorba cualquier ley, norma, decreto o institución democrática que no pueda controlar, es un hecho probado desde hace demasiado tiempo. Tanto que hemos perdido la cuenta.

Ya no le preocupa tener más o menos popularidad, sabe que ha perdido el favor y el aprecio de la calle, pero seguramente le trae sin cuidado. 

Al fin y al cabo, ¿a qué tirano le es necesario el apoyo popular si puede retorcer las leyes, acoplarlas a su gusto para librarse de los asuntos incómodos y, de paso, dar un golpe de gracia al Estado de derecho y de esa forma perpetuarse en el poder?

Recibió un país más o menos aceptable que funcionaba decentemente, y nos va a dejar una ruina económica espantosa y una deuda impagable que supondrá un lastre para muchos decenios. 

A pesar de la asfixiante propaganda gubernativa, las cifras no admiten contestación y ya estamos en los últimos puestos de todos los indicadores sociales y económicos europeos.

Mientras se dedica a obsequiar con canonjías y privilegios a separatistas y proterroristas - nacionales y extranjeros - las ayudas oficiales para el desastre valenciano no llegan a la velocidad y en la cuantía necesarias, y se está a un paso de perder los fondos comunitarios existentes para estos casos, porque, y ahí está el detalle cruel y desalmado de este Ejecutivo, aún no se han solicitado las ayudas pertinentes.

Bulos, porquería, traiciones encadenadas, venta y abdicación de la soberanía nacional al mejor postor o bajo chantaje, es la conducta indigna y el desprecio máximo con que estos miserables tratan a los españoles que no bailan al son que ellos tocan.

Su intención es dejar Valencia absolutamente desasistida, pensando que así cuando lleguen las elecciones el PP perderá las mismas, pues ellos se encargarían de reconducir el cabreo y desesperación de la ciudadanía hacia su partido.

A esa estrategia se suma otra más perentoria en estos momentos, como es la de manejar la Justicia a su antojo anulando cualquier atisbo de independencia judicial para librarse de los casos de corrupción que le señalan ya a él directamente.

De esta manera asistimos perplejos a los últimos movimientos legislativos que ha iniciado este desgobierno a toda velocidad y, que, de seguir adelante, nos precipitarán a una dictadura bolivariana. 

Con esta fiebre legisladora intenta ponerse a salvo del banquillo; me estoy refiriendo a la maquiavélica y bautizada ya como “Ley Begoña”, cuyo nombre es: “Proposición de Ley de Garantía y Protección de los Derechos Fundamentales frente al acoso derivado de acciones judiciales abusivas”. 

A la que hay que sumar la publicada el día 3 de enero, con la intención de poner coto a los juzgados unipersonales, los mismos que llevan las instrucciones del hermanísimo y de la Catedrática, cuyos titulares son los jueces Biedma y Peinado.

En la misma va incluida una figura llamada: “agudo del servicio público de la Justicia”, en la que se restringe el acceso en el campo civil y que frenaría querellas, simplemente por considerar que su insistencia es abusiva.

Estos asaltos al poder Judicial no quedan sólo ahí, hay que sumar la que pretende que los fiscales sean los instructores en vez de los jueces, en la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. 

Sólo hay que pensar lo que hubiera ocurrido con los casos que tienen abiertos si ésta ya existiera, y el fiscal fuese el mismo que hoy puede ser procesado.

Y, como penúltimo asalto a la judicatura, el ínclito Bolaños anuncia que el desgobierno aprueba una reforma de la ley del Poder Judicial, para aumentar los jueces sin pasar por una oposición. 

Esto quiere decir, ni más ni menos, que serán elegidos a dedo aquellos más proclives a obedecer a este desgobierno de mendaces totalitarios. 

Si todo esto se pone en marcha, será el punto y final de un periodo democrático. Un auténtico y definitivo golpe de Estado.

Y eso es exactamente lo que ahora mismo está en juego. Para conseguir frenarlo hay que ser consciente de que no se van a parar ante nada, porque ahí estará el gran muñidor – Pumpido – para legalizar o anular cualquier disparate en forma de ley que se promulgue, corrigiendo, afirmando o anulando cualquier fallo de otros tribunales si no están de acuerdo con lo que desea el tirano monclovita.

Vivimos un momento grave y delicado en el ya no valen medias tintas ni paños calientes, hay que poner toda la carne en el asador para impedir que este tiranuelo, comunista descarado sin paliativos, lleve a cabo sus planes. 

Si no se entiende así, quedan muy pocas posibilidades de que no nos convirtamos en la República Bolivariana de Occidente. 

Si la derecha se pone a la tarea de forma coordinada, podemos ser testigos de una vez por todas, del revertir de una actitud de la ciudadanía, en gran parte indolente y como pasmada ante los atropellos graves que está sufriendo nuestro Estado de derecho.

No puede haber tregua, es el momento de apretar sin descanso al desgobierno y, al mismo tiempo, de ilusionar a la ciudadanía indiferente.

No es fácil, pero nos va mucho en ello.