EL DAÑO QUE NO CESA. - 2ª Parte - .

 

Para continuar este post, no queda más remedio que volver unos años atrás, y poder así comprender a qué se debe el ambiente que respiramos hoy, quiénes fueron las personas, cuáles fueron las causas y en qué momento determinado se da paso a la división, a la venganza, a la inquina, al rencor, al revanchismo, a la mentira, a la traición y a la prostitución de los valores más claros y sagrados de nuestra democracia, al fraude de ley, con la interpretación torticera e interesada de la misma. También a lo que es más grave: la degeneración de todas y cada una de la instituciones democráticas, puestas ahí para el control del Poder por la ciudadanía.

Con este prólogo la primera pregunta que surge es: ¿Desde cuándo la izquierda en España, ha obedecido a intereses ajenos? La respuesta es clara y contundente: desde siempre.

En lo peor de los años 30 era un apéndice de Stalin, que pretendía establecer aquí un poder comunista como hizo con el resto de sus países limítrofes, sirviéndose de los mismos métodos ya ensayados en la revolución bolchevique: terror y dictadura brutal de los comisarios comunistas, que ejercían una autoridad sin cortapisas; fracasó, y una guerra que había buscado Largo Caballero, con la creencia de ganarla y tener así las manos libres para extender la dictadura y el terror, perpetuando así la misma, la perdió.

Hay un silencio de muchos años del PSOE durante la etapa franquista. El PCE lucha como puede pero, es controlado. Tras la muerte de Franco llega la Transición, donde renace el PSOE a lomos de la CIA y de la socialdemocracia alemana, para evitar que el PCE pusiera sus zarpas en el Gobierno de España.

En el periodo que sigue, con instituciones plenamente ya democráticas, los socialistas pierden sucesivamente todas las elecciones ante Suárez, que prosigue con sus reformas políticas, hasta que llega el Golpe de Estado fallido del 23-F.

Felipe González llega a La Moncloa después del referido 23-F.

Y ya tenemos instalados a los socialistas en el Gobierno, eso sí, siguiendo una larga tradición, después de una convulsión.

Permanecen en el poder cerca de catorce años, desde 1982 al 1996.

Durante esos años el desmantelamiento de la industria española no cesó, al mismo tiempo el paro, el déficit y la ruina de la Seguridad Social no dejaron de crecer. Tan es así, que esta última entra en bancarrota y los medicamentos recetados en la misma, empiezan a tener que financiarse por el usuario en un porcentaje nada despreciable. Sin embargo, a perro flaco todo pulgas, la presión fiscal empieza a crecer de forma desmesurada.

Así las cosas, con un paro desbocado y con una corrupción galopante nunca jamás vista, y con casos tan notables como el de los hermanos Guerra; Aída Álvarez responsable de finanzas del PSOE condenada por el caso AVE; el caso de la G.C., con su director Roldán en la cárcel por corrupción; y el de Carmen Salanueva directora del BOE condenada por malversación, vivimos uno de los momentos más putrefactos, completados con sociedades pantalla para financiar ilegalmente el partido, siendo las más notables por su volumen de estafa: MALESA, FILESA y TIME SPORT.

Con todo esto llega el primer gobierno de Aznar en 1996 que, con sus claros y sombras es probablemente la etapa más lógica, productora de riqueza y estabilidad de toda la democracia: baja el paro, sube la bolsa, baja el déficit, y se logran firmes alianzas internacionales.

Aznar para premiar a Jordi Pujol por apoyarle en la formación de su gabinete, defenestra a quien era más molesto para los nacionalistas catalanes: Alejo Vidal Cuadras.

Es en esa época cuando empiezan a caer comandos de la ETA y la supervivencia de la banda empieza a ser cuestionada incluso entre sus propios componentes.

Al mismo tiempo nuestras relaciones internacionales eran aceptables. Incluso Marruecos se atrevió a poner un test, con el asunto del islote perejil, al Gobierno de Aznar, éste contando con el beneplácito de los USA, Reino Unido y la UE, retoma el islote y el Sultán tiene que recoger vela, algo que por supuesto, nunca perdonó.

Pero, hete aquí que llega el 11-M.

Diez explosiones en cuatro trenes de Madrid que ocasionan 191 muertos y 1.900 heridos.

Hay que destacar en estos días tumultuosos la intervención absolutamente ilegal, en la jornada de reflexión, de Rubalcaba. 

Las mentiras vertidas en emisoras de radio por locutores que hoy día siguen ahí, sin que se les caiga la cara de vergüenza, y que hablan ya del atentado islamista, explicando que se han encontrado entre las víctimas los restos de los verdugos suicidas, con seis capas de calzoncillos y perfectamente rasurados.

Tras todo esto inmediatamente se pone en marcha la máquina de propaganda, que la izquierda domina siempre a la perfección pero, que anteriormente y durante muchos meses, se había estado ensayando con los del “No a la Guerra” y el “Nunca Mais”.

Así, tras estos días catastróficos se llega a las elecciones que llevan de nuevo a los socialistas al poder, en la persona del más nefasto, traidor y sectario presidente de la historia de nuestra democracia - hasta la llegada de Sánchez -en unas elecciones que deberían de haberse suspendido, y que según todas las encuestas iba a ganar de nuevo el PP.

Zapatero se dedicó con ahínco a destrozar todas las instituciones.

Anteriormente a estos sucesos, aún no aclarados completamente, los españoles, y tras la muerte de Franco, nos habíamos perdonado y mirábamos al futuro con cierta confianza y tranquilidad.

Pero ZP lleva un guión, que le han encomendado, y empieza además de desmantelar las instituciones, a crear un caldo de cultivo donde priman la división, venganza, resentimiento, odio y revanchismo. Sirviéndose de unos medios de comunicación que le hacen todo el trabajo sucio y toda la cobertura; se empieza a sembrar cizaña, cosa que hasta hoy no ha parado.

Para ello no duda incluso en dar alas a la ETA, atreviéndose, enmendando la plana al Tribunal Supremo que había declarado ilegal a Herri Batasuna, a llevar al Constitucional, como si éste fuera un tribunal de casación, dicho fallo, y ese Tribunal, enmendando la plana al Supremo, declara la legalidad de los etarras.

Aún resuena aquella frase inequívoca de Conde Pumpido, a la sazón presidente del Constitucional, y que mostraba hasta dónde estaban dispuestos a llegar en su infamia: “las togas deben de mancharse con el polvo del camino”. Frase que explica sin matices, el sometimiento de la Justicia a la situación política.

Esas palabras en sí, echan por tierra todo el tinglado democrático en el que descansa uno de los tres Poderes del Estado, como es de la independencia y neutralidad de la Justicia.

El porqué de esa infamia, el porqué de este retroceso en los derechos de todos los españoles, el porqué renunciar a aplicar las leyes para favorecer a unos criminales llenos de sangre, y que habían causado tantísimo luto, dolor y ruina, es algo que aún no han explicado y, que mucho me temo, nunca harán.