TRIBULACIONES INSOPORTABLES.

Sánchez caerá, eso es algo que podemos dar por cierto, pero mientras esto sucede, y puede tardar todavía un tiempo, los días negros que nos esperan y que nadie quiere, serán complicados y turbulentos.

Las tribulaciones son ya insoportables.

Soportamos una losa pesada y amplia que nos abruma desde hace ya demasiado tiempo, desde que esta desgracia chulesca se ha instalado en el poder, un poder que no piensa dejar por nada del mundo. 

Una losa que nos amarga el presente, dibuja un futuro oscuro, incierto, proyectando los recelos y temores más dudosos e imprecisos.

Nos precipitan al caos como nación y al enfrentamiento social como parapeto y telón con el que ocultar sus delitos.

Esta plaga bíblica, en forma de presidente de Gobierno, seguirá haciendo un daño irreparable a la nación española, a esa nación que ignora, desprecia, vende y subasta al por mayor.

El chantaje implacable continua y no va a cesar; nacionalistas, golpistas y pro terroristas le tienen sujeto entre sus garras mugrientas y no van a soltar la presa: cesión a Vascongadas de la Seguridad Social y el control de las aguas territoriales. 

El resto de españoles pagaremos las pensiones de los vascos; cesión a Cataluña de todos los impuestos, con la entrega del IRPF y el nuevo cupo.

Además, la Hacienda Catalana dictará normas para que el resto de comunidades no puedan desarrollar sus tarifas de impuestos, impidiendo en muchos casos la bajada de los mismos.

¿Qué significa en la práctica todo esto? Pues que de esa forma nos convertimos en una colonia bajo la bota del nacionalismo catalán más cutre, insolidario y egoísta. 

El resto de españoles, que no pertenecemos a esa “raza superior”, trabajaremos como esclavos y pagaremos así sus despropósitos, corruptelas y demás rasgos que caracterizan al separatismo, históricamente ventajista, insolidario y victimista, desde el arancel Cambó a cualquier otro invento para sacar ventaja.

Viene a colación esta cita de Stendhal en su: Diario de un turista:

«Los catalanes quieren leyes justas, a excepción de la ley de aduana, que debe ser hecha a su medida. Quieren que cada español que necesite algodón pague cuatro francos la vara, por el hecho de que Cataluña está en el mundo. El español de Granada, de Málaga o de La Coruña no puede comprar paños de algodón ingleses, que son excelentes, y que cuestan un franco la vara.»

No debemos pasar por alto que todo lo que está cediendo el Estado será prácticamente imposible volver a recuperar.

Porque, ¿alguien ha visto a los sindicatos manifestándose en contra de esas cesiones? Sin embargo, que nadie dude que sí lo harán en caso de que una futura mayoría apruebe en las Cortes Generales su retorno.

Las dificultades que agobian a los ciudadanos son múltiples y se mezclan, haciéndonos la vida cada día más difícil e insoportable.

Pero, ¿a cuál damos preferencia? ¿A los económicos? ¿A la inflación en los productos básicos de alimentación como no se había visto en mucho tiempo?

¿A la inmigración ilegal y consentida de magrebíes y subsaharianos que nos inunda y desborda, haciendo la convivencia, en muchas ciudades y pueblos de España, difícil, y ante la que el desgobierno actual cierra los ojos y culpa a la oposición de los altercados, a la par que utiliza estos episodios de violencia y hartazgo para desviar la atención de sus últimos escándalos, relacionados con las saunas del padre de la Catedrática?

¿A la corrupción mafiosa de una banda organizada para el saqueo, que se ha instalado en La Moncloa y que dispone del erario como si fuera de su absoluta propiedad? 

¿O a la espada de Damocles que se cierne sobre todos si se aprueba la ley Bolaños?

Algo que daría carpetazo definitivo a nuestro sistema democrático.

En este asunto tan grave es donde la oposición, al completo, debería convocar en protesta multitudinaria a su electorado, y usar todos los resortes legales para impedir su tramitación.

De aprobarse nos lleva a una dictadura sin retorno y el inquilino monclovita estaría a salvo de cualquier investigación, ya que, sería desactivada inmediatamente por los jueces nombrados ex profeso.

¿A la interpretación absurda, retorcida y aviesa de los textos constitucionales, de un tribunal en manos de un sujeto empeñado en secundar y dar carta de legitimidad a cualquier desafuero de nuestra convivencia y leyes? 

Y, aunque parece que Pumpido está dispuesto a inmolarse, tampoco será eterno y puede ser que le acompañe en ese banquillo donde deseamos ver alguna vez sentada, a toda esta banda.

Sus únicas tablas de salvación son el TC y, como se ha reseñado antes, la futura ley Bolaños, sin despreciar la labor de zapa constante, permanente y vergonzosa del imputado fiscal general del Estado, García Ortiz.

Mientras tanto algunos ministros, absolutamente inútiles e irresponsables de su gestión, achacan todo a imaginarios sabotajes.

Son disculpas que tienen mucho de desesperación por su incompetencia contrastada; sin embargo, lo que sabemos con toda certeza es que sí se saboteó el Zendal.

Centro hospitalario para enfermos de COVID, graves y necesitados de atención máxima donde las vías de oxígeno fueron destrozadas, los cables desenchufados, muchos sistemas de ventilación desconectados, tuberías y puertas vandalizadas, instalaciones eléctricas dañadas y cables seccionados. 

Estas averías insólitas sí que fueron sabotajes clamorosos provocados en un recinto nuevo que afectaron la supervivencia y seguridad de los enfermos ingresados, y un quebradero de cabeza para el desarrollo normal de la función de todos los profesionales. 

Un plan orquestado perfectamente, sin importar que esas acciones ponían en peligro la vida e integridad de los pacientes.

Sin embargo, y ante el cúmulo de escándalos de corrupción que no cesan, es más, aumentan día a día, parece que se va dando paso a la esperanza, a un cambio de ciclo.

Vemos cómo en las encuestas, da igual quiénes las encarguen, la izquierda se va precipitando, sin pausa, hacia una menor representación.

Como no hay que descartar para nada que toda esta mafia, plagada de parásitos y delincuentes, acorralada y sitiada siga perpetrando disparates, seguramente seguirán bajando en intención de voto.

Sí, como es habitual en ella, la derecha no mete la pata, podremos ver de una vez por todas el batacazo de los partidos de izquierdas.

Sí, además la derecha, en vez de hacerse la guerra de forma permanente, dirige sus argumentos coordinados contra Sánchez, unido a todo lo que ha salido y saldrá, parece que el fin del ciclo más catastrófico para los españoles está en vías de acabar.

Demos una carta a la esperanza.