SABOTEANDO ESPAÑA.

 

Encabezo este post con el título de: “SABOTEANDO A ESPAÑA”. Sinceramente es lo que veo, sinceramente es lo que percibo y, sinceramente es lo que ocurre, porque si nos ceñimos a la definición de la RAE, vemos que efectivamente en sus dos acepciones es así:

1.- “Daño o destrucción que se hace intencionadamente en un servicio, una instalación, etc". 

Para mí está cada día más claro.

2.- “Entorpecimiento intencionado y malicioso de una actividad, idea, proyecto, etc". 

En ambos supuestos, proyecto e idea son la Nación Española.

Actualmente vivimos en una profunda crisis, no sólo económica con cerca de un 10 % de inflación y demás indicadores económicos en arco rojo, sino institucional, ya que, incluso las más apreciadas por el pueblo español, como la Monarquía, está en un profundo ocultamiento y silenciada, cuando no agraviada, por esta patulea que puebla el Consejo de Ministros. 

Las últimas fechorías de este incapaz de la política son llamativas, graves e inexplicables para la gran mayoría de la ciudadanía, así como para los más avezados comentaristas políticos. La sonada decisión, personalísima, hecha a hurtadillas del Parlamento, del Rey, de su propio partido, de su ministro de A.E., y de toda la nación, no deja de ser un síntoma más de la clase de sátrapa desequilibrado, traidor y necio, que desgraciadamente aún ejerce la presidencia del desgobierno español.

Un tipejo que está llegando a creer que España es su finca particular, una especie de cortijo donde sólo él puede ejercer y tomar decisiones  - incluidas las más graves y con mayor repercusión - a su libre albedrío, sin contar absolutamente con nadie, incluida la soberanía inexcusable e indiscutible de los ciudadanos, se arroga, de buenas a primeras, las atribuciones de Jefe del Estado, asunto absolutamente fuera de la Ley, de la Constitución y de la lógica más aplastante.

Me estoy refiriendo al asunto del reconocimiento del Sáhara, por parte de España, como el de un territorio perteneciente a Marruecos, pasándose por el arco de sus caprichos lo manifestado repetidamente por la ONU.

El peliagudo asunto ha colmado las expectativas de este tiranuelo al que le encanta sustituir al Rey en cualquier celebración o acontecimiento.

En sus últimos discursos comparece ante todos mansamente, en actitud suplicante y como angustiosa, con una hipocresía mendaz que no convence a nadie y que irrita a los que le conocen, ocultando esa vanidad de necio que tanto le caracteriza, queriéndonos persuadir entre súplicas, palabras buenistas de unión y de concordia, de que seamos buenos y accedamos a sus propuestas y no le critiquemos, que es en el fondo de su fatuidad lo que realmente le preocupa.

Él pide concordia, unión y dejar los rencores a un lado, el mismo que después de más de 80 años de terminada la G.C., sacó a Franco de su sepultura del Valle de los Caídos. 

Ni los muertos merecen el respeto de este negro nubarrón que se nos ha puesto encima, y que oculta el sol de la recuperación económica, de la convivencia y de la soberanía nacional.

En el asunto de Marruecos peor no se podía hacer, no sólo se ha saltado a la torera toda la política exterior española, que ha tratado siempre de mantener un equilibrio difícil entre Argelia - de la que necesitamos imperiosamente el gas -  y de Marruecos, país que no duda en el chantaje permanente, enviándonos avalanchas de invasores que están constituyendo ya una quinta columna muy problemática dentro de nuestras fronteras, sino que además aún, y ya ha pasado tiempo, no ha dado personalmente las explicaciones pertinentes en la sede de la soberanía nacional, como es el Parlamento.

Antonio Sánchez, este nefasto personaje que pasará a la Historia de la democracia como el presidente más nocivo, pernicioso e impresentable, y que, contraviniendo inesperadamente cualquier lógica nos ha enfrentado - en un momento muy delicado por la crisis energética que sufrimos en este momento - a Argelia, país que llamó inmediatamente a consultas a su embajador, y que a partir de ese momento ha elegido como socio preferente a Italia, para construir hacia allí un gasoducto que distribuirá por Europa ese fluido cada día más necesario. 

Las últimas noticias apuntan a que mantendrá el mismo precio del gas a todos sus clientes, excepto a España. No se puede negar que el triunfo de “Antonio”, en cuestiones internacionales, es rotundo…

Sin embargo la última bofetada del Sultán, a la que seguirán muchas más, ha sido rechazar la visita del ministro de Asuntos Exteriores, ordenando que vaya “Antonio” en persona a rendirle pleitesía, quizás para acceder a otras pretensiones que el monarca alauí tiene pendientes; no ya las consabidas reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla, sino las  noticias, cada día más alarmantes sobre las ambiciones de Marruecos sobre las islas Canarias,  sobre todo por el inmenso yacimiento de minerales estratégicos de la zona, a día de hoy tan imprescindibles como el mismo petróleo, oro negro que seguramente también contendrán esos fondos marinos, los mismos que, graciosamente en su momento se negó a explotar España. 

Otro inconmensurable favor que les debemos a los ecologistas de cuota y pancarta que, financiados siempre por la izquierda más rancia, han entorpecido, anulado y llevado al paroxismo, la dependencia energética ruinosa que a día de hoy sufre Europa entera, y no digamos España. 

Aquí se cierran centrales nucleares, se prohíben prospecciones mineras y, por supuesto, no veremos en el programa de ningún partido político punto alguno donde se argumente el proyecto de la construcción de las nuevas minicentrales nucleares; las más necesarias para tener cierta autonomía energética, las más seguras, las menos contaminantes y las más económicas; energía que seguiremos comprando a Francia procedente, eso sí, de centrales que aquí no se construyen, ubicadas no demasiado lejos de nuestras fronteras.

El desgobierno poblado con el mayor número de asesores y con mayor número de ministerios, se muestra incapaz de tomar decisiones correctas y en beneficio de la ciudadanía; una ciudadanía confundida, acorralada, harta, arruinada y que está pasando por todo tipo de penalidades, no ya de frío por la carestía de la electricidad, sino de extrema necesidad. Vemos cómo las colas del hambre aumentan exponencialmente cada día ante los comedores de Cáritas y de instituciones similares. Colas que las TVs, bien untadas, se cuidan muy bien de mostrar.

Una ciudadanía  próxima al levantamiento social, pues son muy pocos los sectores que pueden escapar a la debacle económica y de supervivencia que han provocado medidas absurdas, y que conducen siempre a la pérdida de puestos de empleo, de incentivos y, sobre todo, presentan una inseguridad jurídica que frena e inhibe cualquier tipo de inversión nueva, con la pérdida de puestos de trabajo. 

La última ocurrencia de la tal Yoli ha sido prohibir los despidos. Algo que inmediatamente se ha transformado en la subida del número de parados, y en el cierre de pequeñas y medianas empresas. 

A poco que nos descuidemos prohibirán el frío, el calor o el hambre. Son así. En su memez ideológica piensan que sus deseos se transforman en realidades. 

Pero, ¿se puede ser estar más fuera de la realidad que estos personajes? Son un grupo de logreros que, junto al sátrapa monclovita y sus asesores inútiles y sin preparación alguna, que no sea la del sectarismo y la de la fidelidad perruna al tiranuelo  - que les proporciona unos sueldos y privilegios como no soñaron jamás, a lo largo y ancho de sus inútiles vidas -  obran, actúan y nos obsequian con todo tipo de disparates, encaminados a una propaganda cada vez menos creíble y real. 

Pero, cuidado, “Antonio” es de esos capitanes de barco que, a las primeras de cambio – ya lo hizo ZP, en su momento - y cuando de verdad se vea perdido, abandonará la nave con cualquier pretexto para no comerse el marrón de su ineficacia, de su ineficiencia, de su estupidez y, sobre todo, de su sectarismo rampante, estúpido e intransigente, que solo nos ha hecho caminar hacia la ruina, la desesperación y la nada.

Hará falta decir que toda la izquierda española, y de forma crónica, sabotean a España, a  su Historia, a sus instituciones, y a su forma de Gobierno.

Sin embargo, surgen algunas preguntas ante esta acción hasta ahora inexplicable. 

La primera es ¿Qué ha logrado personalmente? Porque políticamente los resultados positivos brillan por su ausencia.

Otra ¿Por qué esta maniobra inesperada? 

¿A quién o a quiénes ha obedecido? 

¿A quién beneficia más? 

¿Era necesario, en este momento de necesidad energética, la enemistad  - que se preveía lógica tras ese reconocimiento -  con Argelia?

¿Se tenían previstas alternativas rápidas y fiables en la adquisición del producto a otros países?

Dejo estas cuestiones en el aire por si alguien tiene respuesta a alguna de ellas.